miércoles, 11 de septiembre de 2013

- DE NIÑA A MUJER -



Hola, soy Cristina. Me acuerdo de cuando era una niña. Sí. Pequeña, muy pequeñita. Y, hasta menos peque.
Recuerdo aquellas camisetas que me ponían mis padres. La parte de arriba de mi cuerpo. Todavía no había nada para tapar, y siempre me ponían una camiseta. Como a las otras niñas. En cambio,-por ejemplo en el verano en las colonias y campamentos-, los niños iban a pecho descubierto. Yo, no es que les envidiara, pero nos llevaban ventaja. Pasaban menos calor, y además eran socialmente libres. Les tocaba aquello.
Fue pasando mi niñez. Yo quería ser ya una mujer. Mi cuerpo podía ser una caja de sorpresas. Horas y horas mirándome en el espejo antes de tiempo. Y, poco a poco, empezó a desarrollárseme el pecho. Los pechos, vamos ...
Aquello fue la alegría y hasta la locura total. Me iba con las amigas a las tiendas de las grandes superficies, y comenzábamos a jugar a gustarnos a nosotras mismas.
¡Ah, la llegada del sujetador! Del primero de verdad que me puse. Porque os confieso que antes de que saliera nada, ya me ponía. Pero era para presumir y por incipiente femineidad. El sujetador te hacía femenina y con poder. El infantil y mágico mundo de los tirantes. La moda. Siempre me gusta llevar cosas modernas y que puedan sorprender y gustar.
Os decía, que aquello ya iba en serio. Pezones, coronando ya masas redondas de pechos que iban apareciendo y creciendo. ¿Cómo favorecer este período? De mil maneras y locuras. Minisujetadores que marcaran mucho. Ropa marcando formas. Y lo más importante además de mi primavera arrebatadora: los chicos.
Era nuevo cómo me miraban el torso los chavales. Me buscaban con la mirada mi cuerpo, el cual ya se parecía al de una mujer. Empezaba a gustarles yo a los chicos. Y éllos, a mí, ¿eh? Es natural y muy ilusionante ser coqueta a esas edades primerizas.
Cambiaba todo. La niña se iba replegando. Aparecía Cristina la chica, la mujer, la mujer física, yo ...
La adolescencia se replegaba y aparecía la juventud y todo el desarrollo corporal. Yo, y mis tetas. ¡Casi increíble! Ya podía ser presumida y ponerme a gustar. Ya podía buscar y elegir mis primeros sostenes, porque ya había materia. Verdad, y nada de sueños raros.
Soy de curvas. No os voy a mentir. Mi madre siempre lo fue, de modo que yo lo esperaba. Y mis primeros top-less en la playa al lado de mi pandilla, fueron inolvidables. Además tenía la suerte de que hacer top-less, era ya lo más natural del mundo en la playa. Antes, estaba prohibido y muy mal visto.
Yo, era la reina de la pandilla en la playa. Mis facciones y el resto de mi cuerpo eran agradables, pero mi torso desnudo era lo que más. A Jaime y a Víctor se les caía la baba, y Vanessa y Silvia me tenían envidia escondida. Los demás no decían nada ...
Me llovieron las citas de los amigos. En realidad, solo querían verme sin el suje. Yo, les importaba muchísimo menos que los estudios, el cole, u otras amigas. Para éllos, empezaba la sexualidad, el erotismo, el machito que llevaban adentro, y todas esas cosas de niñatos inexpertos aunque audaces. Sus hormonas les cegaban y arrastraban. Querían tocar, y sus manos se ponían sudorosas y nerviosas.
Ya tengo treinta años, novio definitivo, y vamos a casarnos. Aquella fantasía tan tierna y biológica, fue dando paso a una visión auténtica y real de las cosas. Mi chico me quiere a mi persona. Y respeta si llevo sujetador, si no lo llevo, o de qué color es. Estamos muy enamorados.
-ADIÓS, PASADO-

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