sábado, 31 de agosto de 2013

- AQUELLA RADIO EN BLANCO Y NEGRO -



Ahora que la arena de la playa de nuestros pies se mezcla y hace masa con el zapato que aprieta el acelerador del coche a la vuelta de las vacaciones, y cuando parece que las sombras de la nostalgia del santo tiempo de la holganza nos sumen en la triste resignación, evoco aquellos años setenta y ochenta de la radio, en la que trancurrieron mis sueños de adolescencia y de juventud.
Me ha ayudado en esa inamdurez del pensar en el atrás, el conocer el fallecimiento del histórico y popular periodista, Manuel Martín Ferrand.
Y, casi sin querer, he asociado el nombre del fallecido M. Ferrand, al de otro periodista carismático y más que populista, líder de chispa en aquellos años tan extraños   y   de  indefinición. La radio era seria, casi en blanco y negro como la tele, los tipos de la incipiente democracia española era cultos, libertarios y demasiado trascendentes. Gente con gafas y patillas, esperados, nuevas estrellas, y mucha agitación armónicamente agregada.
José María García era un héroe casi esotérico, nocturno y extremadamente influyente. Empezó siendo un uno más y pasando frío en esos campos de fútbol de Dios y pasión con cometidos duros e irrelevantes, y poco a poco fue escalando posiciones. Ahora que está la Vuelta Ciclista a España, recuerdo que había literalmente hostias para hacerse con las primeras declaraciones del jadeante ganador de la etapa.
Tras la "Hora 25" de Martín Ferrand,-poseedor de una excelente oratoria conservadora y unas maneras de pícaros ojillos de gentleman inglés-, la noche adolescente de los españoles pegados a aquellos antiguos transistores nada digitales, era el reino de José María. De, SuperGarcía. Del "butano", como se le apodaba. Del hombre ambicioso que había logrado tomar las riendas de jefe de deportes de su Cadena SER. Y entonces habían risas descojonantes en la noche prohibida e imparables, entre nuestro bajito supér héroe, cuya ambición despiadada ya tocaba al Poder.
García era el azote de preidentes y ministros, cargaba contra todo y contra todos, y creaba un personaje apenas olvidable. Se desentendía de las formas, y se tiraba a la pasión. Les decía a los que él consideraba, chupópteros, correveidiles, lametraserillos, serviles, pelotas, mangoneadores, ineptos, irresponsables, y lo que hiciese falta. Les colgaba el teléfono casi en directo, y era un tipo de mucho temer con un empuje y un protagonismo que te contagiaba y sorprendía. Se ganaba tremendos odios y adhesiones inquebrantables.
Al final de nuestros sueños adolescentes, la sociedad se fijó y aposentó. El Poder Económico comenzó a arrear. El fútbol se le rebeló. Llegó Florentino Pérez, el actual presidente del Real Madrid, y poco a poco a García lo silenció el olvido y la ausencia.
Sí. Aquel periodismo era otra cosa. El periodista podía tener un poder del carajo. Y nosotros, que nunca nos hemos fiado demasiado de los políticos, necesitábamos a esos periodistas de puñal y poco complejo. Tipos que se medían de tú a tú a diputados y ministros, unos valedores que nos hacían más grandes y que nos metían en todo el saco de la verdad deseada.
Sí. Ha muerto el periodista Manuel Martín Ferrand, apenas sabemos de Supergarcía, la arena de la playa ya queda demasiado lejos, llega el trabajo para el que lo tenga, y mañana ya será Septiembre y se acabará la gran vacación masiva y estival.
Pero la vida urbana seguirá definida y sin pausas para el lamento excesivo, y la nostalgia cada vez vendrá menos, y es sano modificar el cambio de nuestros aires y destinos. Nos asumimos claramente más.
-NO QUEDA OTRA-

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