Y le lanza un aviso desde su templo deportivo más emblemático, cara al Mundial de Fútbol 2014. Sí. Ayer vibró Brazil en coral con todos sus aficionados con el orgullo herido y entusiasta.
Porque Brazil es un mundo aparte en esto del fútbol. Con Maracanazo o sin Maracanazo, la tradición de la superioridad futbolística en su historia es exhuberante y abrumadora. Han ganado la friolera de cinco Mundiales. Se saben grandes y se sienten los mejores. Y todo eso es alegría contagiosa, aunque su fútbol ya no pueda ser aquel jogo bonito de Pelé o Sócrates que enamoraba. Es igual. Brazil tiene magnitud y solera. Seguramente, incomparables ...
El partido de ayer entre la canarinha y la Roja, fue una película de buenos y malos que empezó con un fallo de Arbeloa en los primeros minutos que no perdonó Fred. Ese 1-0 lo empezó todo. Brazil sacó la totalidad de su músculo, y empujó con una fuerza que recordaba a los tanques alemanes que todo lo paraban y derribaban. Una máquina de vigor.
España no salía de su extraño asombro y de su evidente impotencia y hasta cansancio. Maracaná rugía con el león amarillo y la velocidad hábil y práctica de su ídolo Neymar y demás compañeros. Familia de fútbol.
Los de Del Bosque no hacían el fútbol que llevan dentro, ni maravillaban, ni ofrecían presencia, ni mostraban peligro, ni apostaban por la convicción con un Xavi Hernández abúlico. Solo era una rutina que empezaba en Piqué o en Ramos, y que pronto sacaban los poderosos músculos de Hulk y compañía. La asfixia presionante de los cariocas convertía el choque en un desequilibrio constante que llevaba la impotencia y el desorden al equipo español. Los brasileños marcaron el segundo gol, golazo de Neymar, y aquello ya fue un duradero sambódromo y festivo carnaval unicolor. España estaba de más allí.
Solo Iniesta,-el Pelé blanco-, trataba de dibujar arabescos serios e imaginativos ante aquella poderosa pared amarilla e incansable. Cuando salió Jesús Navas, por lo menos hubo velocidad y profundidad. Pero Ramos falló un penalty y Brazil enchufó el definitivo 3-0, obra también de Fred.
No pasa nada. Solo era la Copa Confederaciones. No era el Mundial. La temporada ha finalizado. Es verano. Son muchos partidos. Los jugadores ya no pueden andar frescos. Están cansados los chicos de Del Bosque, pero aún queda ciclo. Lo de ayer fue un reto puntual, y un guiño para 2014, mas eso es el año que viene.
España juega mejor al fútbol que Brazil, y los brasileiros son un bloque poderosísimo con unos delanteros potentes y veloces. Ambas escuadras pueden ganar el próximo Mundial.
Lo de ayer fue la alegría de Brazil, pueblo castigado por su ayer ausente Presidenta, y una decepción puntual de los chicos de España. Solo fue un partido. Lo que pasa es que la rivalidad de dos colosales potencias siempre parece dejar rastros o máculas a cronificar. Parece que se sacan sesudas conclusiones cuando los mejores juegan entre sí.
En España había expectación y madrugón baladí. Nos pasaron por encima y muy ponto. Pero una cálida noche de verano bien vale un pequeño disgusto. La cita con el fútbol siempre la llevas bien, y sirve para que después del sueño le des con más viveza a la singüeso con los amigos en bares y cafeterías.
El fútbol es un cuento maravilloso y casi teológico. Una película que nos hemos montado y que últimamente tiene un final feliz. El film de ayer lo ganaron los chicos de Felipao, pero en cuanto nos recuperemos volveremos a imaginar y a sonreír. Ni Brazil es ahora tan buena ni nosotros tan débiles.
-MEJOR LOS TÉRMINOS MEDIOS-
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