España. Navarra. Pamplona. Sanfermines. La fiesta imparable, loca y tradicional. Los jóvenes y las energías. ¡Viva San Fermín! ¡Gora!
Las calles repletas de turistas y de navarricos con pañuelo dispuestos a la fiesta. El riesgo y la libertad. La locura atlética y el encanto y la atracción por lo primario y excitante.
La calle Estafeta. Las birras, y todo el alcohol. La televisión y el inicial cohete: el chupinazo. El verano de la vacación. Una de las fiestas más buscadas en Google. Un poco la selva spanish en donde casi todo es posible. De nuevo el toro. ¡ Uhhh, toro! ...
Comienza el encierro. Nervios. Pueden pasar cosas feas. Y también muy correctas, hermosas y originales. Los músculos se sueltan, masajes entre nervios y toda la concentración. Hay gritos de reinvindicación y de orgullo. De identidad y de raíz. Y pronto llega la manada.
Los cabestros. Vamos a correr. ¡Ostia, los toros negros! Cómo corren los cabronazos. Menudos bicharracos. Enormes. Estamos corriendo. Casi no hay sitio. Casi imposible el seguirles. Estamos corriendo. Casi no hay sitio. Casi imposible el seguirles. Hay humedad en el suelo. Resbalones previstos. Los de la ambulancia se van preparando. El impacto más que posible, ya llega.
Cuernos muy cerca, torpones guiris semidormidos haciendo el ganso y el suicida. Ésto, es serio. Barreras humanas. El toro y el hombre se van a tocar. Choques y caídas. Cáete al suelo y no tengas miedo. Quédate parado en tierra como una piedra. No te muevas. Saltarán sobre tí, y si te chafa un toro se irá rápìdo. Aprieta los dientes.
Los mozos siguen pastoreando admirablemente la manada fiera camino de la plaza de toros en donde por la tarde se toreará. Cuidado. Hay toros que se quedan atrás. ¡Danger! Pero no pierdas nunca los nervios y la concentración. No hay tiempo para quejas o lamentos. Si la cagas y haces un mal movimiento, tendrás que pagarlo. Sé consecuente y hasta obediente. ¡Riau, riau, riau! ...
No jueges con el toro. Te gana y puede. Déjalo estar y defiéndete. No le desafíes ni hagas el bobo. Si vas a la tuya, la cornada será segura e irás si tienes suerte a la planta del hospital cuando te cosan la herida. Que tengas mucha fortuna.
Los pastores avezados, recuperan siempre el mando de las cosas. Apartan sin miramientos a quien hace el burro, y abren y abren lógicas de paso franco para los astados. Tienen experiencia y saben lo que hacen. Pero su responsabilidad nunca les hace inmunes a los enormes cuernos de los bichos. También para ellos puede venir el revés de su majestad el toro hermoso. ¡Uffff! ...
La televisión de medio planeta vibra a las ocho de la mañana de España. La retransmisión es apasionante, loca, emocionante: una melée de locos entusiastas que sirven en bandeja la gran tradición de la fiesta. El toro y la audacia, el hombre y la fuera, el desafío de lo imposible, el sobresalto y la gran admiración. Peligro, peligro y peligro. Emoción, más peligro y toda la fiesta. Antropología de la fiesta. ¡Eh, toro! ¡Eh, eh! ...
Cansancio. Pasan los días. Pamplona es una locura abarrotada de gente que solo desea desconectar y olvidarse de que el mundo existe. Chicas maravillosos y tipos apuestos, y gente que va allí para que no se lo cuenten los demás, y desean ver con sus propios ojos y oler con sus personales pituitarias un tiempo casi inaudito.
España y olé. El gran toro como excusa. Preservativos y todo el sexo que se pueda. Hedonismo y juventud. Placer. Turismo por entre las calles y plazoletas de la coqueta Navarra pamplonica.
A divertirse y a repetir. A mover las piernas, las mandíbulas y el corazón. El ruído y los deseos, los guiris, y todas las procedencias. El Japón y la mítica. Todo un magma de sorpresas excitantes y siempre rápidas. Comas etílicos y desorden alimenticio. Y cuando ya no puedes más o incluso cuando te quedes con ganas, alguien dirá que todo debe concluír. El, "pobre de mí". ¡Hasta el próximo Julio!
¡VIVA SAN FERMÍN!
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