Me emocioné negativamente cuando la cuidadora de la señora Asun, me dijo que había fallecido la citada mujer. Me tenía que afectar, la veía todos los días en el Jardín Botánico, y siempre echas mucho de menos a los habituales.
Sí. La señora Asun, casi centenaria, con su batita y su sombrerito de protección, vasca, española, y ya sin discurso propio. Siempre la conocí sin discurso. Cuando allá para los dos años que hará que llevo al Jardín a mi madre, la señora Asun ya no elaboraba apenas ideas o frases continuadas. Estaba, pero no estaba ...
Dentro de la pena y la nostalgia, me doy cuenta de que me quejé de alguien en el pasado y que solo mantenía las correctas constantes vitales de su azar. Que es la ley de vida.
Lourdes, su cuidadora siete años, me comunicó la esperada noticia que casi nunca aciertas en aceptar porque no gusta, y además fue clara y concreta. Ella aceptó un reto de tránsito coyuntural e inevitable.
Lourdes me decía muchas más cosas siempre que la veía y coincidíamos en el bello Jardín. Me decía casi sin decir, que todo esto eran proyectos y nunca abatimientos absurdos e inanes. El duelo, solo es algo que tiene mil caminos que te devuelven finalmente de nuevo a la vida.
Además de comunicarme el óbito y que echará de menos por siempre a la viejita que cuidó, la vida es grande y jamás se detiene. Y me dijo si me interesaba una tostadora de oferta a trece euros, y que por favor, si encontraba a alguna señora para poderla cuidar que me lo agradecería.
Creo que ya tiene un nuevo empleo. Otra encantadora muchacha latina llamada Ursela, la había ayudado. Ya tenía a una nueva señora a quien cuidar, allá por la zona del barrio del campo de fútbol de Mestalla.
La inocente comunicación, implicaba que la vida abre y cierra ciclos. Cuando vaya de nuevo al Jardín, la señora Asun solo será un pasado. Una simpatía que quedó junto a los árboles mágicos, los cuales parecen inmóviles, pero dado que vivos, siempre están en contínua itinerancia y actividad.
Afrontaré mi camino con las ausencias como aliado, caminaré ancho entre la adversidad, y nunca renegaré de mi sino. Abrazaré la vida, y sé que morirán más afectos en el Jardín, pero que también aparecerán y reaparecerán mil movimientos más.
La vida me pega, me empuja, me advierte a no estarme quieto, a seguir, a no desfondarme ante lo ciclos agotados, y a seguir buscando inconformista un lugar para mí.
Vida y muerte, pasado y futuro, presente y atrás. Pero el chasis del ánima del motor siempre camina sin calentarse demasiado la cabeza, y el reloj nunca mira. Y una noche dura deja paso a un día fastuoso, y una conversación relajada despeja a córner un calvario pesado, y una decisión tomada con audacia manda al olvido los temores infundados.
Siempre recordaré a la señora Asun con su silla de ruedas, y a mi madre tesoro cuando se vaya, y todas esas cosas. Pero también estoy yo y me toca a mí. Y todos los días sonará mi despertador y mi quehacer, y mi libertad, y mis errores y mis aciertos. Y seguiré gastando mis zapatos y adquiriré unos nuevos por si se me rompen.
-ASÍ SERÁ-
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