El espía americano Edward Snowden acapara todos los top ten de los noticieros de estos días. El hombre de las gafitas es la gran estrella mediática. Para unos es un héroe y para otros un traidor. Un insoportable.
Snowden ha revelado que los americanos espiaron a cerca de treinta embajadas amigas y aparentemente aliadas. Y se ha ido a la prensa y lo ha soltado.
Particularmente,-y no es que yo no me fíe de nadie-, siempre he considerado que los americanos nos espían. Y los rusos, y los chinos, y todo el que puede. Y lo he pensado por una razón que no es otra que el que el mundo de los nuestros y de los amigos se basa en realidad en una gran hipocresía y falsedad. En una filfa convencional.
Pienso que el Poder,-y no digamos el de los Grandes Imperios actuales-, nunca tiene bastante y que es omnívoro por naturaleza. Espiar es un gran vicio general, una necesidad de controlar a los otros para sentirse más fuertes y poderosos, un hacer trampas y guerrillas tecnológicas para conservar el prestigio y no quedarse atrás. Un miedo.
La paz y la armonía. ¿Cómo andará la Paz en el Mundo si Snowden,-que sabe de esto bastante-, nos dice que los americanos espían hasta a los suyos? Me refería a la paz real, a la libertad, a la comprensión, al no miedo, a la hermandad y al respeto entre todas las presencias, Constituciones y posiciones. ¡Ningún respeto! No se fía nadie de nadie. Y si tienen la posibilidad, allá que van a por el dato ajeno. Sea quien sea.
Snowden no está de acuerdo, y dice que se está abusando y que esto actual de espiar se sale de madre, y entonces se salta todas las líneas rojas y decide contárselo a todos los ciudadanos para que sepan cómo se las gastan los espías amigos.
Espiar está muy feo. Es, la no comunicación. El abuso, el allanamiento de las moradas, la lucha larvada económica, y la constatación palmaria de la gran decadencia de la moralidad. Sigue muy vigente la gran desconfiaza global y general. Ya no te puedes fiar ni siquiera de los amigos, porque te descuidas y te miran a través de los sofisticados visillos de las ventanas.
La necesidad de la distancia y del malo, siguen ahí. Esa gran patraña de las alianzas y de la fraternidad camino de un rumbo común, parece que no puede ser dado que vivimos tiempos de predominio claro de los intereses económicos sobre la democracia de los ciudadanos. En realidad, todo se trata del acoso y control del mercader sobre el político que representa a la ciudadanía.
En este caso del espionaje americano a todo quisque europeo, anula toda diferencia entre lo político y lo económico. Lo único que se han dado han sido consignas de los señores del dinero yankee sobre el deseo de controlar el estado de los recursos europeos fuera quien fuera. La idea de los pueblos elegidos.
Espías, Snowden, desengaño, democracias huecas, Obama, Merkel, Hollande, los periódicos, la mítica del espionaje, los buenos que no son tan buenos, el maniqueísmo paroxístico, y la fatal idea de las dictaduras de la desconfianza.
Snowden lo dice claro. Que con él no cuenten para dar por saco. Snowden se chiva, y piensa que debe haber un poder auténticamente de hegemonía ciudadana que impere sobre todo el otro interés y abuso de espúreas naturalezas. Él, espía para ser libre y hacer el bien.
Ahora no saben qué hacer con Snowden. James Bond parece haber traicionado a la Reina, el príncipe se ha divorciado de la princesa, Supermán tiene menos fuerza y vuela a menos altura con su capa de Disney, los mitos se han vuelto feotes y demodés, y hasta la chica de la película tiene celulitis a sus veintiséis años y además es desolladora en su vida íntima. Los policías se han vuelto pelín ladrones, y el emperador se ha puesto la ropa al revés.
¿Y si los malos de verdad no fueran tan cabrones?, ¿y si los gurús de la verdad fuesen unos embusteros?, ¿y si la pregunta fuese una respuesta, o el punto y coma un guión bajo del teclado de un ordenador?
- ¿SNOWDEN? -
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