sábado, 27 de julio de 2013

- ONA CARBONELL, LA NOVIA DE LA NATACIÓN SINCRONIZADA -



Mediática y atleta, femenina y actual, con el desparpajo de su personalidad se dirige a los micrófonos y a las cámaras y chispea juventud y entusiasmo.
Es de Barcelona, tiene veintipocos añitos, un metro y setenta y cuatro centímetros de alzada, participa lógicamente en los Campeonatos Mundiales de Natación de Barcelona    en   la  especialidad de sincronizada, y sus ojos llegan y hacen ilusión.
Es Ona. Ona Carbonell. La estrella de la sincro, quien recolecta una buena colección de medallas, y la mujer de moda. Ojos maquillados y espontáneos, belleza rubia y actual, y parece ser que la sucesora del mito Gemma Mengual.
Estrella de mar y de hoy en medio y dentro del agua, creatividad y talento, ritmo y trabajo, tradición catalana en esto de las piscinas competitivas, y todo el futuro por delante. Ona.
Ona crece y se hace líder, y mantiene su idea de grupo y su integración, pero se ve que destaca aunque quizás no sea la más alta ni la más exhuberante. Es, su mirada especial. El pogreso de una muchacha que ha trabajado con exquisita laboriosidad, y de ahí sus triunfos en medalla colgados sobre su cuello que precede al bañador.
Ha nacido una estrella atleta sobre sus aguas de Barcelona, aunque ya había emergido en muchas competiciones anteriores. Pero ahora es su tiempo y su momento. Antes de que se tiren a la piscina los grandes velocistas y fondistas de todos los países, entre rusas y chinas, y entre waterpolistas y trampolines, Ona está ahí y enamora con su vitalidad al deporte puro del verano que refresca.
Sincronizada. Una mezcla del cine clásico de Hollywood,-un recuerdo a la desaparecida Esther Wiliams-, la natación sincronizada es el fresco abierto a la belleza y a la creatividad increíble y hasta mágica de la mujer. Femineidad y sonrisa, espectáculo grato y agrado, juegos de eterno femenino chapoteando milimétricamente a las gotas, libertad dentro de un orden, y un órdago a la genialidad. Y a la música que siempre acompaña.
La natación sincronizada vive de arabescos y de posturas, de alardes y de pantorrillas unísonas que aparecen y desaparecen como en un embrujo técnico y calculado. Buceo. Y manos que saltan y que se posicionan, brazos que se dejan ver, cuerpos que danzan sobre el mar atrapado en coral estética y sorprendente. La sincronizada la debió inventar una mujer seductora con alma de niña pícara y extremadamente alegre. De verano.
Ona. La "one". La chica que debe alcanzar a la mallorquina Mengual, y borrar los líos extraños de la preparadora mandarina Tarrés. Ona es la alegría de este Julio que se acaba. Es el éxito en ese gran descanso de lo cotidiano que es el deporte. La sincro es la pausa y el refresco, lo que nos hace ver que toda la vida sigue ahí rehaciéndose y siguiendo. El brillo.
Y la televisión busca los ojos vivarachos y coquetos de Ona, y entonces la miras y la escuchas, y la sigues escuchando. Y cuando está en la piscina en el gran nivel, la ves disfrutar y competir con rebeldía y calma.
-COMO UNA GRANDE-

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