martes, 2 de julio de 2013

- TSUNAMI -



Entre las maderas, a la deriva, el cuerpo ensangrentado por los golpes del mar sobre los objetos en el caos, y sin tiempo para pensar demasiado.
En medio de las aguas feroces como dientes de tiburón, bamboleado como un pelele sin final nada halagüeño, y con la huella de Darwin en el ceño crispado. Sin libertad de movimientos y a merced del desamor. Como una hoja mojada y hasta caprichosa que se mueve esclava al son del viento y de la corriente que le toca.
James Vicks, en medio de un tsunami. Sorprendido en el verano amante de su vacación con su mujer y sus hijos. Tiene dinero. Mucho dinero. Pero el tsunami es tan primario que no piensa en niveles económicos ni en clases sociales.
El ruído feroz parece ceder. Ahora todo es agua que enloquece casi a ritmo de rock. James quiere pensar, y desesperarse, y llorar, y ayudar, y preocuparse por sí mismo y por los suyos, pero todo parece demasiado difícil. No hay ningún conocido a su lado. Todos son extraños objetos que le hieren las piernas, y otros seres humanos igualmente desgarrados a los que de nada conoce. Factor humano. Nada de miramientos. James Vicks se la juega y trata de dar manos a todos los que se cruzan en su mundo a la deriva. Trata de salvar niños, ancianos, damas, animales domésticos, y entrega en cada esfuerzo toda su generosidad en balde. Todo son yerros. No logra ayudar a nadie porque todo es feroz y demasiado inestable. ¿Qué hacer cuando no se puede hacer nada?, ¿limitarse quizás a sobrevivir?, ¿soñar con un contexto mejor?, ¿escapar del terror camino de la tierra firme?, ¿esperar que todos los dioses tengan piedad y paren el infernal meteoro?, ¿tratar de tener suerte? ...
Demasiados preguntas que nada van a resolver. El agua enmaderada y llena de objetos de sangre y muerte no permite elucubraciones filosóficas ni especulativas. Solo se busca la vida y el oxígeno. La integridad, y el salir del lío. Esperar que pasen los minutos y llegue la salvación y la piedad. Algo positivo ...
Cede la presión y aparecen ideas en James. Su mujer es rubia y sus hijos son dos pequeños niños varones. Husmea la corriente ahora menor, y finalmente logra mirar con un poco de calma hacia adelante. Sus ojos no vislumbran pista alguna, pero al menos las neuronas de su cerebro se activan y pueden generarle actividad.
Y, llanto. Porque lo más probable es que su mujer y sus niños hayan sucumbido ante la fuerza de las aguas invasoras, y todo sea dolor y luto. Pérdida y desdicha. Una quimera el pensar que hayan sobrevivido al gran desastre natural. ¿Acaso James Vicks puede cantar vida y victoria cuando camina sobre un barco sin rumbo, desacelerado y sin dirección? Todo es demasiado temprano ...
Sus fuerzas. Vicks está midiendo sus fuerzas hace una media hora. Le duele todo el cuerpo pero es fuerte. Ya puede nadar. Ahora el hombre se rige a duras penas desde su autonomía por el centro de unas aguas siempre equívocas y demasiado tiernas. Pero, sí. Ya puede nadar ...
Y pensar en dónde puede estar, y darse cuenta de que va desnudo y que ha perdido toda su ropa. Y acierta a ver seres estampados literalmente contra los grandes árboles, y que el agua lleva color a sangre y que no  huele como el salitre en una playa tranquila.
Sigue Cronos en acción. En plena película de impacto y terror, James se da cuenta de que el nivel de las aguas parece menor, y que aparece más vegetación, y cientos de casas derruídas y desoladas. El tsunami físico parece haberse detenido. Pero, ¿en dónde está todo ahora? ...
Se agarra a un árbol y logra encaramarse a una de las ramas. El primer paso parece dado. Arriba ya se ven helicópteros y movimientos militares. Enfrente hay dos árboles plataneros y gente que se mata por los frutos. Los más fuertes tienden a sonreír. Están sobreviviendo.
Vicks sigue encaramado a las ramas de su árbol salvador. Hay que esperar. Todo movimiento está mal y lo mejor es esperar. Ya le llamarán. Ya le llegará el momento del orden y de la civilización. Ahora ha de resistir y sin la tentación de hacer acopio de víveres, o podrían matarle. En los próximos días le llevarán a un hospital improvisado. Quizás allí le digan que su familia ha muerto.
¡ O QUIZÁS NO !

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