sábado, 13 de julio de 2013

- EN ESTOS DÍAS -



A pesar del tremendo caos, todo esto es bello. Mi casa. Hablo de mi casa, la cual parece ahora un pequeño almacén de materiales de construcción. Poca agua, mucho polvo, y mucha alegría interior también.
Mis padres no me ayudaron. La vida les desbordó, y se dejaron ir. No hicieron las debidas y necesarias mejoras en la casa, y ahora yo me encuentro el legado de lo que me encuentro. No les echo la culpa. Sencillamente, les comprendí. Fueron personas nobles pero sin demasiada responsabilidad y con mil penurias económicas y de todo tipo. Y falló la familia, que es un nudo gordiano cuando se necesita ayuda.
En estos días, mi casa está tomada por la espera y la ilusión. Aquí está todo lleno de sacos de materiales de obra. Cuando me disponía a acondicionar la cocina y los obreros se pusieron a picar, saltó la pared contigua que pertenece al cuarto de baño. ¡Horreur! ...
Mas no me asusté. Es mi obligación y mi necesidad el no asustarme. Crecer consiste en no asustarse. Avanzar implica tomar decisiones rápidas y mirar siempre hacia adelante.
Sin victimismos ni milongas. Con claridad y concreción. ¡Oh, los ahorrillos de mi tesoro materno! Gracias a tales ahorrillos y sacrificios pacientes, voy poco a poco y sin marcarme euforias ni disneylandias construyéndome un futuro mejor.
Sí. Tanto el baño como la cocina,-sus paredes tuberías y azulejos-, quedarán saneados y serán mi regalo de continuidad de aceptación y de persona que no se arruga. En realidad, todo son empujones del destino. O saneas, o lo pagas. O innovas, o te arrepientes. O sacas una sonrisa real y hasta de oreja a oreja, o solo estás triste.
Cuando la calurosísima y devastadora ola de calor vaya cediendo, entonces podré gozar de cosas que no podía casi ni soñar. Vendrán los regalos y hasta las felicitaciones. Sufrir ahora, compensa mucho.
Entrar en la cocina y verla nueva, con sus muebles y su nueva disposición digna y hermosa. La decencia de un cuarto de baño como el de todo quisque y a salvo de humedades desde tuberías de plomo y más viejas que el hombre de la tos.
Tímida pero seguramente, me reiré de todo lo actual y de estos apuros. Habré logrado mucho más que unas habitaciones adecuadas y una casa más o menos como las personas. Sí.
Lo que más me gusta de todo esto que me pasa ahora en estos días, es precisamente mi capacidad de reacción y de superación. Mi progreso en el paquete social que implica camisetas de otros colores, y fragancias de otros destinos y procedencias.
Mi casa. Menuda frase tan corta y tan definitiva y concluyente. Mi casa. Yo. Yo soy mi casa. Y por lo tanto, me renuevo, aprendo, sigo aprendiendo imparablemente a autogestionarme, ayudo a quien me ayuda, agradezco las orientaciones a quien me orienta, y me gusta orientar a quien sospecho desconcertado.
La verdad. Sin tapujos. Tirar de mi manta con todas las bellísimas consecuencias. Mi luz y taquígrafos. Mis proyectos hacia un nuevo tiempo en donde las sorpresas gratas pueden terminar siendo una realidad más que evidente.
Estos días son de mucho estrés, con alguna vecina cojonera dando por saco a través de su egoísmo, y el siempre inevitable tránsito de mi nueva ubicación en mí y en mi mejora. En toda mi realidad y sin trampa ni cartón. A voluntad abierta, con todo yo dispuesto a progresar y a nunca decaer, a ser honesto y razonable, y sin buscar   en   los   demás   el samaritanismo imbécil.
-TODO ESTO ME EMOCIONA-

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