lunes, 8 de julio de 2013

- POCO A POCO, MI CASA -



Me ha costado. Mi casa es vieja. Emprender una reforma potente de la que en el futuro será mi casa y que en realidad ya lo es, suponía una inversión económica que escapaba totalmente a mis posibilidades. Lo que pasa es que a veces hay que tomar decisiones que no gustan, pero creo que ha llegado la hora en la que me son absolutamente necesarias.
Mis padres no habían cambiado las tuberías de la cocina hacía mil años,    y   el    agua    se filtraba a través de esos feos conductos que además iban por afuera, mientras la pared de ladrillos acusaba la humedad inevitable y los despegaba. Hace algunos años me los sujetaron para que no se cayesen, y la chapucilla fue aguantando.
Mi madre,-como sabéis quienes me seguís-, ya está muy mayorcita y no puede casi distinguir las cosas. Yo, que administro su dinero junto a mi hermano, vi sus ahorros y pensé que quizás pudiese hacerse algo. Porque la mujer que viene a limpiarme la casa todas las semanas, me dijo que conocía a un chaval que lo hacía muy bien y quizás por una cantidad más que módica para como están ahora las cosas, podríamos lograr renovar la cocina y sus tuberías, actualizarla y mejorarla en lo posible.
Al principio, la dije que no. Que, era mucho dinero. Élla, sabe que ando bien apuradillo y no quise insistir. Yo la insté a que me luciese un trozo de pared con pintura anti humedad y esas cosas, pero la mujer me dijo que eso no se debería hacer dado que el tema estaba en las tuberías casi podridas por tantos años, y que haciendo parchecitos no íbamos a lograr nada más que pérdidas de tiempo y pocas soluciones reales. Pan para hoy y hambre para mañana.
Me sentí derrotado por una pared infranqueable. Pero, muy pronto, me recuperé. Llamé por teléfono a mi hermano y le hablé del dinero que costaría renovar la pequeña cocina de arriba a abajo y de izquierda a derecha más las nuevas tuberías, y quiso la suerte de que diera su aprobación. Le parecía bien la inversión. ¡Albricias! ...
Llamé de nuevo a la mujer de la limpieza, y ésta me dió el teléfono de un animoso y joven obrero de su confianza. Hablé con él, y ahora en cuanto termine de sustanciar este escrito, me voy a la aventura de la realización de uno de mis sueños. Voy a renovar, a gastarme un dinero de los ahorros de mi madre en algo muy importante y hasta vital de cara a mi futuro. Y si las cosas no se tuercen, mi futuro irá mejor y estará mucho mejor preparado.
Ha sido una decisión personal. Nadie me ha dicho que lo hiciera. No sé el tiempo que hubieran aguantado las tuberías, la pila o los ladrillos, pero había que cambiar y renovar. Había que darle poco a poco a esa casa la impronta de mi decisión y naturalmente de mi cariño. Renovarse, o ...
A ciegas, sin referencias ni familiares que me orienten, sin ayuda de ninguna clase, pero todo esto me importa un pito aunque me dé nervios.
Dentro de un rato, iré con el obrero a no sé qué sitio, y elegiré dentro de las modestas posibilidades unas baldosas convenientes y que me gusten, encargaremos y dejaremos pagados todos los materiales, y entregaré al  joven obrero las llaves y mi confianza. ¡Al ataque! ...
Y, en cuanto sea posible, volveré a la casa de mi hermano en donde está mi tesoro mamá, y dentro de toda la nerviosidad, anidará en lo más profundo de mi conciencia una nueva alegría y un nuevo logro. Como el día 21 de este mes es mi cumpleaños, es éste mi regalo. Sí. Voy a tener una cocina renovada y digna, con unas cañerías nuevas y actuales,     y    con    una  esperanza que recoge mi amplia sonrisa.
Este es mi Rubicón de mi crecer inevitable. Me muevo. Busco y logro encontrar soluciones. Son cosas modestas pero básicas. Me siento un ser afortunado, no por tener unas condiciones nuevas o una cocinita decente, sino porque he sido capaz de ponerme en pie y tomar las decisiones. He sido valiente a mi manera, y he luchado por conseguir un avance nuevo y personal. No me he rendido. He reaccionado.
El dinero de mamá no era suficiente, ni siquiera las necesidades más que evidentes. Lo único que era fundamental, era mi inconformismo y mi decisión. Mi casa se va concretando porque yo me construyo en mi realidad y desde ella.
-ME ALEGRO POR MÍ-

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