Ya era raro que Paul Winston tuviera problemas con su más que sofisticado ordenador. ¿Virus a él? Difícil. Paul está considerado una eminencia en temas informáticos. De los mejores del mundo. Un tipo orgulloso, metódico, cauto y tenaz. Poseedor de un aparato de ultimísima generación, y dotado con unos sistemas de seguridad más que difícilmente franqueables por los abundantes y grandes hackers.
Pero Paul Winston nunca se ha creído del todo la idea de la seguridad en el mundo virtual. Por éso no le acaba de extrañar que su ordenador parezca infectado. Aún así no dejan de extrañarle las cosas raras que suceden en su computer. Además, logra arreglar por completo y absolutamente todas las irregularidades que aparecen, y a los pocos minutos vuelven de nuevo los problemas.
Los párrafos salen al revés, las letras se modifican, aparecen conexiones y desconexiones inesperadamente, los colores varían sin control, pueden verse imágenes entrando a cientos y a la vez en la pantalla, y hasta la velocidad de navegación oscila entre una gran prestancia puntual y una enorme lentitud como los computers de cyber de barriada humilde. ¿Será posible? ...
Winston no ha perdido el tiempo. Con el portátil en la maleta, se ha presentado casi súbito en casa de uno de sus colegas de conocimientos de ordenador. Quiere hacerle saber todo lo extraño que le sucede, para de esta manera y cuando su amigo se lo arregle, poder Paul adicionar a su zurrón todavía más conocimientos de informática. Es necesario aprender lo aparentemente inalcanzable. Lo imposible, no es más que la puerta del reto del éxito.
Su amigo, el catedrático de informática avanzada Charles Brown, hace cara seria y concentrada. Está descartando todas las posibles y matemáticas procedencias víricas, y no quiere mirar del todo a los ojos de su amigo Paul porque es científico y no desea creer en cosas absurdas e irracionales. Cuando finalmente Brown se dirige a Winston, es para decirle que van a tener que llevarse el ordenador a un centro de investigación durante algún tiempo, y con una decena de expertos seguirán viendo qué puede estar sucediendo ...
- "Y éso, ¿por qué, Charles?, ¿qué demonios le sucede a este trasto?" ...
- "Prefiero decirte que no lo sé, amigo. Nunca jamás he conocido interferencias semejantes. Debo estar haciéndome viejo, Paul" ...
Pocos saben nada nuevo, dos semanas más tarde. La conclusión está yendo por unos derroteros inesperados. ¡Aquéllo, no es un ataque con virus de nadie de aquí! ...
- "Me lo llevo de nuevo a casa, Charles, y si veo que me canso, lo tiro a la basura no sin antes hacerlo picadillo. He copiado todos los archivos. Están en otra computadora" ...
- "De acuerdo, Paul. Pero, ¿no es mejor que investiguemos unos días más lo que sucede? ...
- "No te preocupes, amigo. Si hay novedades, serás el primero en saberlo, ¿okey?" ...
- "Okey, Paul" ...
Un espíritu. La idea que tiene in mente Paul Winston, no es que un ser vivo le esté haciendo la puñeta. Las interferencias, parecen venir del otro lado de la vida. Su mujer,-que murió hace diez años-, sale contínuamente en flashes sobre la pantalla. Y algunas de las fotos, no muestran del todo rigurosamente la corrección de sus faccciones. Su viuda, Sarah Wills, parece querer decirle algo aunque el aparato tenga las baterías desconectadas ...
- "¿Qué quieres, Sarah?, ¿volverme loco acaso? ¡Maldita sea!" ...
- "Trae a un sacerdote, Paul. No estoy en paz aquí en el lado de la muerte. Necesito hacer lo que te hago, para que lo comprendas. ¡Ayúdame, o no te dejaré tranquilo!"...
Un sacerdote nunca será indiscreto. Tras varias sesiones exorcistas, Sarah ya descansa en paz y no interfiere en su portátil ordenador. Mas Paul Austin afirma a sus amigos que el ordenador ya no va, y que lo ha destruído. No es cierto.
-LO TIENE GUARDADO EN SECRETO-
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