martes, 13 de noviembre de 2012

- EL DOMINGO, MARATHÓN DE VALENCIA -



Valencia vivirá el próximo domingo 18, la prueba atlética que yo corrí en varias ocasiones. La carrera del mito y del gran fondo. El ritmo diesel que se necesita para no desfondarse. Cabezas frías en piernas fáciles y rapidotas. Vamos, ánimo, vamos, ánimo, tranquilidad ...
Valencia y su marathón "Divina Pastora". Un circuito muy atractivo, en el cual se huye de los grandes extrarradios de la ciudad de Sorolla o Nino Bravo, y en la que el corredor se siente protegido y arropado entre sí. Entre éllas y éllos mismos.
En mi Valencia la gente sale solo lo justo a la calle para animar a los corredores. A pesar de que el jooging se ha impuesto o pugna por imponerse a la comodidad a través de kilómetros y más kilómetros de terreno libre de coches en el seco cauce del emblemático y reconducido río Turia, todavía el global impacto de la idea del músculo y del gimnasio americano se impone claramente.
El marathón inglés de Filípides es una maravillosa salvajada minoritaria, y un reto para gente viva y de sangre especial. Son cuarenta y dos largos kilómetros, que cuestan un potosí de entrenar. Se aconseja preparar los largos entrenos haciendo pandillitas, porque todavía es más dura la cosa mental. El desmorone de la glucosa en el oxígeno muscular.
Correr el marathón de Valencia con placer, es lo mismo que saben todos los que libremente lo hacen en cualquier capital del mundo. En mi Valencia no hay dinero para   los  grandes  jornaleros superclases del altiplano de Eldoret, y nos conformamos con lo que haga falta. Hay buenas marcas, pero no podemos aspirar a ser Londres, Nueva York o Rotterdam. Valencia y España son una cultura más dulce de vivir. Somos así.
Ambición, la alegría. Nervios en la noche anterior. Al día siguiente, al dorsal y al chip de la zapatilla. Y a soñar un poco que les podemos ganar a todos, aunque en realidad     solo   pensemos en ser héroes extraños, superándonos a nuestras marcas y a nosotros mism@s.
Kilómetro veintiuno, y nada de piques suicidas. Allá éllos quienes se marquen y hagan el adolescente. Sin perder de vista las Torres de Serranos, o la Plaza del Ayuntamiento, o la cercanía del mar, o el olor a la Alameda o al árbol fértil que se defiende en medio del imperio del gran asfalto reglado, el corredor admirable sabe que lo único mejor es ser consecuente con las sensaciones que copulan adecuadamente con las fuerzas que se tienen.
Cuidado con el kilómetro 35. Ya te ves de nuevo en el Paseo de la Alameda, y piensas que ya está. Triunfa el veterano y el curtido, el jamelgo superdotado que sabe que puede seguir hasta la meta con alegría clara en los ojos. ¡Enhorabuena por ponerte una ropa ligera y por atreverte a la cuarentena larga de kilómetros! Lo demás son gaitas de quien nunca corrió este negocio.
No seas masoca en Valencia ni en parte alguna. Si no vas, si te falla el oxígeno, o si deseas detenerte parcial o totalmente, yo te aplaudo. Otro año será. La idea es buena. Y cuando te detienes y te retiras, otros te pasan y se hacen moral y nuevas ilusiones. Al otro año y noviembre, podrás resarcirte. Seguramente, si corres un marathón podrás ser eternamente joven.
-ENHORABUENA A TODOS LOS OSAD@S-

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