viernes, 2 de noviembre de 2012

- NO IBA A IR -



Casi que lo tenía decidido. No iba a ir. No me gustan los cementerios ni las aglomeraciones. Pero al final, me he decidido. Hacía buen sol en Valencia, y hace un año que te me fuiste, Luís. Te confieso que me he puesto unas gafas de sol, dispuesta a que nadie conocido osara preguntarme hacia dónde me dirigía.
No sé si será por azar o magia, pero a medida que iba caminando desde el saludo del sol hacia el cementerio, iba soltando mi naturalidad y el deseo de mi convicción. Sí. Ya sé que estás, Luís, esbozando una sonrisa cuando me lees ésto. Porque yo sé que me lees ...
Tú sabes lo rara que siempre he sido, y que no me gustan los convencionalismos, y que el acto de casarme contigo fue más del corazón que del trámite, que no me entusiasmó la boda sino el deseo de compartir el amor sincero, calvo entrañable.
Porque, así te recuerdo. Fuerte y calvo. Laborioso, inonoclasta, heterodoxo y más práctico que yo. Hacíamos un buen complemento. Éramos un buen par de granujas tú y yo. Tú, tranquilo y sereno en apariencia, y yo un manojo de nervios expresivo y casi evidente. Cómo te recuerdo, Luís. Parece mentira que solo haga un año que el infarto del demonio te dejó vencido de vida. Lloré a mares. Lloro a mares. Sí. Luís. Me he vuelto una llorona del carajo, y ya sabes la fama de dura y de mal genio que los sambenitistas siempre me colocaron ...
Pero tú sabes que yo era una conejita para contigo. Sí. Toda la mala leche que quieras, pero a tí te gustaba como yo era, Luís. Te lo notaba yo, te lo notaba aquella vecina que va para allá y a la que voy a tenerla que decir a dónde voy ahora. ¡Maldita metemeentodo esta vecinita! ...
Lo mejor de tí es que fuiste un tipo noble y humano, que no te tomaste la vida demasiado al pie de la letra, y que a veces te entraba la risa floja y en ese momento te hubiera arreado un cachete que no veas tú y por cínico. ¡Ay! ...
Te gustaban mucho mis mimitos, Luís. Eras un goloso de la camita y de esas cosas, bendito vividor. Y más de una vez tuve que reñirte cuando me percataba de que mientras te hablaba, mirabas de soslayo a otras mujeres, ¿eh, canallita? ...
Tu nota final es de sobresaliente. Estuvimos treinta años juntos de verdad, y enamorados hasta las trancas. Casi un récord tal y como está el patio. Ya sabes. El niño y la niña    y  vuelan solos y se nos casaron, y hasta nos han hecho abuelos.
Sí. Han. Porque tú estás aquí conmigo. Siempre. Y no solo porque esté ahora arrodillada y emocionada al lado de tu lápida, sino porque para mí no te has muerto, Luís. Pero no te quejes, que a tí te hubiera pasado lo mismo si me hubiera ido yo antes que tú, amor ...
Un año sin tí. Y sin ganas de ir al cementerio porque pica y duele, y porque no sé rezar ni me da la gana. Cuánta gente hay hoy aquí, y hace calor en la ciudad de Sorolla, y a las séis ya es de noche, y estos días joden, cariño ...
Ya he vuelto a casa. Ya me has dado el día. No tengo ni ganas de comer. En seguida vendrán los hijos y nietos, y comeremos todos juntos, pero no será lo mismo. Porque ahí hay una silla injusta. Y además, lo que es injusto es que se me note que estoy triste. Porque tú estabas totalmente en contra. Sí, Luís. Tú eras alegría y chanza, cachondeo y desdramatización,  ternura, fortaleza y vida, ¿sabes? ...
-EN CAMBIO YO, YA VES ... -

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