martes, 20 de noviembre de 2012

- LA DIRECTORA APARENTEMENTE ENIGMÁTICA -



Extraña y estratega, seductora y contradictoria, y con una bella sonrisa que salía de sus eternos ojos azules.
La directora del coro era ambiciosa y viva, quería más cantidad y calidad de cantantes, y se quejaba una y otra vez de que la gente no venía. Siempre se lamentaba, y pocas veces amaba la autocrítica del porqué el coro no crecía. Y es que, a veces, con buenas intenciones no es suficiente.
Elisa, era cantante además de directora de directora coral. Ya era un síntoma, y no solo de vitalidad exhuberante. No. La directora de aquel coro lo que quería era elitismo y brillo, y en el fondo despreciaba a las voces menores y no destacadas. Primaba a las sopranos sobre las contraltos, o a las voces graves sobre las más agudas o incómodas para la confección de sus sonidos corales finales. Quería notoriedad con gentes amateurs ...
A la directora coral, le encantaba mandar y mandar correos y más correos, en los cuales hacía una crítica fuerte y contínua de los nuevos modales que el poder político se gasta. Pero su insistencia, mutaba en pesadez. Su razón y afán, se perdían por su incapacidad de no medir que avasallaba y cansaba con sus referencias, y que hubiera sido mucho más efectivo que hubiese mandado menos correos y más selectivos o convincentes. Pensaba     que,   llenando, haría robusto el músculo de su crítica.
Y éso, lo trasladaba al coro. Yo, me daba cuenta. Elisa quería llenar. Llenar, como   fuera.  Llenar de brillo y de irrealidad las cosas, y con rigor académico y hasta sin miramientos. La directora, era una malísima divulgadora. No lograba enganchar a sus pupilos, y luego   se perdía en el lamento o en la tristeza personal. Se ponía seria, y nosotros perdíamos    la  alegría del cantar, o la proximidad, o la cercanía con élla, o   el      estímulo    básico   que necesitábamos y necesitaba el coro para solidificarse y crecer. Elisa, ha fracasado. Y además, ha huído. No ha dado explicaciones sobre el porqué del cese definitivo de la acción coral.
Y eso el pasa a Elisa, porque en realidad no estaba ella dispuesta a afrontar la humildad o la menoridad. El coro había de ser élla y solo élla. La vi rara como un Judas, en la última cena del entrañable grupo cantor ...
Elisa parecía ya tener decidido su futuro, pero nunca dijo nada. Nos dejó tirados, y sin dar la más mínima de las explicaciones. Jugó con nosotras y nosotros, y acabó  con mil ilusiones a causa de su orgullo de buenas dosis de egolatría.
Era rencorosa y frágil, y yo me daba cuenta de que casi todo en élla era vulnerable, inseguro y hasta una pose directriz. No era de fiar. En las cenas, no hacía grupo. Se escondía entre temas anodinos, y no permitía relevos de protagonismos. La cena también debía ser élla y solo élla. Siempre Elisa y su ego.
Estoy convencido de que lo que la ha hecho dejarnos tirados y sin dar la menor de las explicaciones, ha sido nuestra distinta posición. Se ha dado cuenta de que los cantantes éramos muy distintos entre nosotros, pero no ha logrado percatarse de que ese reto podía ser un maravilloso activo grupal. Para el cantor y para la amistad ...
Ella notaba que se quedaba en un segundo plano, y aquéllo no la hacía la menor gracia aunque siempre sonreía. Nunca una mala palabra, y siempre muy poca chicha en su verdad. Elisa nunca fue quien yo pensaba, sino un ser egoísta y decepcionante. Me sabe mal sobre todo por el grupo al que parte, y también en algún modo por ella misma. Ojalá yo yerre, pero allá donde Elisa vaya, cometerá indénticos fallos.
-NO SABE SER HUMILDE-

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