domingo, 18 de noviembre de 2012

¡¡ TE QUIERO, TÍO MILIKI !!



Ahora, ¿qué quieres, tío Miliki?, ¿que quede bien?, ¿que me limite a escribir unas frases para que todo el mundo espera para glosarte cuando te has ido? ¡Ni lo sueñes! ...
Mi infancia no se puede conocer del todo sin tí. Eras la leche, nos ponías a todos los niños patas p´arriba retorciéndonos de la risa, los sábados por la tarde en la tele eran sagrados, y dejas el vacío de Alberto Cortez: "cuando un amigo se va, queda un espacio vacío" ... Me lo ha chivado tu amiga de todos, la poeta genial y niña Gloria Fuertes. Todos somos niños y nos entendemos ...
¿Hay alguien que no haya llorado al saber que el gran Payaso y tierno maestro se ha ido a meterse unas eternas vacaciones para componer más canciones de magia e infancia de tesoro? Por si acaso, queridos niños de todas las edades y países, os diré quién fue el gran amigo y maestro Miliki.
Miliki, fue para cuando los niños estábamos tristes y un tanto aburridos. Mi tío Miliki era ganas ganotas ganotísimas de hacernos reír y soñar. Miliki fue un regalo, un azar majestuoso que daba besos. Sí. Todos los besos. Nada de abrazos ni leches. Daba besos y nos ponía en el medio del juego, en el centro del corazón, en la mitad de la sorpresa y de la ilusión.Todavía nadie puede describir con palabras lo que es la ilusión. O la sonrisa de un niño. Y Miliki, era un catedrático en darnos ilusión a todos los niños de todas las edades y de todos los países.
Miliki fue un genio de la ternura, un mago ingenioso, un padre, un tío, un animador   de  corazones, y un tipo alegre y profundamente listo. Sí.
Miliki era un sabio, porque sabía que la infancia es el núcleo clave desde donde nos hacemos mayores y que si ese centro emocional no juega o no se descojona, entonces los mayores nos ponemos serios y absolutamente insoportables. Y Miliki decidió plantarle cara a los serios. Y si se ponían serios, trataba profundamente de hacerles reír. Y el cabronazo maravilloso, lo conseguía.
Sí. Ya sabéis que yo soy emoción. Hoy, ando tocado. Se me ha ido como a tantos millones de seres y de niños eternos de muchos países, un trozo mágico de la infancia. Nunca podré olvidar al gran Miliki cuando salía y nos decía a los cuatro vientos: -"¿Cómo están ustedes?". Y sobre todo, cuando repetía una y otra vez:- "¡No! ¡Más fuerte!" ...
No quería Miliki que contuviéramos interiormente las emociones. No. Todo para afuera. El niño interior debía salir al exterior y romper todas las vergüenzas ésas de ponerse rojo. Oh, la libertad, los sueños, el imaginar cosas imposibles con visos de ser posibles,    y  respeto  absoluto por la etapa de la infancia. A los niños no se les toca, ¿vale? ...
Sus canciones. Cuando te milo chino del alma, chinito de amol, la gallina Turuleta, ¿sigo? No es necesario. Si rascáis un poco en vuestro tierno corazón, es que salen toditas todas, ¿eh, Susanita tiene un ratón? ...
Payaso. ¿Quién habrá sido el imbécil que decidió hacer peyorativo a este oficio mágico? No. Miliki me enseñó a no enfadarme, a cuestionar todo lo reglado, y a perdonar con una sonrisa y con una canción.
Claro que sí. Ya véis que estoy llorando y que apenas puedo escribir ésto que leéis. Pero también me enseñó Miliki, que llorar llorudo es de seres humanos, y que cuando se llora por alguien de la familia que tanto has querido entonces no solo está bien, sino que dice mucho de tí. Si sonríes y lloras a la vez cuando ésto lees, si te emocionas como yo, es que has tenido la inmensa fortuna de haber disfrutado del calor del gran amigo. De la gran persona.
-TE QUIERO Y TE QUIERO-

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