viernes, 30 de noviembre de 2012

- SOY UN TRIUNFADOR DEL FÚTBOL -



En activo. De ahora. Lo que pasa, es que no pienso daros la menor pista de mí. Veréis. Voy a contaros cómo me siento en medio de este gran negocio de altísimo nivel. A éllo voy ...
Soy un futbolista de mundial fama. Y me considero un hombre más que afortunado. Como si una vara mágica, me hubiese elegido. Porque sin duda que he tenido mucha suerte. Y la sigo teniendo y la tendré, si como ahora me respetan las lesiones.
Todo empezó, en mi humilde pueblo de cuna. Como todos los niños, me chiflaba ponerme a jugar al fútbol, y hacer virguerías con la bola, y los regates más imposibles. Era mi momento mágico y en el que el día se volvía fantástico. Feliz.
Un día nos llevaron al equipo del pueblo a la gran ciudad, para jugar un partidillo juvenil con un equipo capitalino. Y aquello estaba lleno de ojeadores. De, descubridores de talentos. Y yo hice un gran partido y metí tres goles. Se ve que gusté, y que alguien importante tomó notas.
Ya en el pueblo, al día siguiente, mis padres estaban nerviosos y hasta asustados. Un tipo de poder del fútbol, me invitaba a jugar a prueba unos meses en las categorías inferiores de un gran equipo de la Primera División.
¡¡ Increíble !!... Tan increíble todo, que yo no quería ir. Yo quería seguir en mi humilde pueblito, y ser dependiente en cualquier comercio de allí dado que no tengo estudios y tal. Pero, la decisión, se tomó una semana después: todos de camino a la gran ciudad del gran equipo ...
Y, sin comerlo ni beberlo, allí andaba yo jugando con chavales de ciudad que jugaban de cine, y que tenían una técnica depurada y enseñada en las caras escuelas del fútbol de base.
Allí empezó el lujo. Yo, era un paleto en medio de la gran ciudad y del dinero. Y no digamos, cuando el entrenador del primer equipo me dijo que me fuera preparando, porque iba a debutar substituyendo a un titular indiscutible, que empezaba a ser demasiado veterano para este deporte.
Un año más tarde, fuí ya titular e internacional. Tenía veinte años, y a veces me pellizcaba porque no me lo creía ni yo. Pero tuve buena cobertura. Mis padres y mi representante, siempre estaban ahí cubriéndome las espaldas y los dineros. ¡Cuánto dinero! ...
Pero a mí me costaba adaptarme a la gran ciudad fría y a la enorme popularidad. Eso de la fama, es la releche. Y no digamos, las chicas. Íbamos los más jóvenes con un tremendo  y moderno cochazo, y las chicas más guapas y más sexys, nos acosaban casi. Nos seguían, admiraban, y nos decían que querían tener un hijo nuestro. Mío, vamos ...
Yo, estaba todos los días en las portadas de los periódicos y en el hablar de los periodistas de la radio y de la tele, y de tanto oírme acababa saturado y un poco quemado. Lo   que    al  principio era mágico y feliz, comenzaba a ponerse pesadito e insoportable.
Se lo dije a mi familia, y pedimos consejo a los grandes y potentes psicólogos y consejeros del club y de otros muchos sitios. El diagnóstico fue claro. Lo que me pasaba es que estaba abrumado por tanto Olimpo y oropel, y corría serio riesgo de creerme un dios del balón y de la vida. Una especie de supermán de cartón. Que, nunca perdiera de vista, que ésto solo era fútbol y unos pocos años de mi vida.
Sí. Fue muy duro estar en el cielo. Yo quería y tenía derecho a ser un chico como todos los otros, pero no te dejan. Te pasas todo el día entrenando y jugando y jugando más y más partidos, y casi acabas loco o como un esclavo lleno de dólares.
El tiempo libre empezó a ser más que excitante. Mi vida era un torbellino muy peligroso, y era básico que aprendiese a toda velocidad en medio de la tempestad de placer. Situarse en el medio del equilibrio entre las realidad y la ficción de la ambición, era un reto y una delgada línea roja.
Tiempo libre vivido a tope. Chicas increíbles, estrellas del cine y de la televisión, invitaciones de señores riquísimos e importantes de todos los sectores del país y del extranjero, dinero y más dinero, fama, glamour y más chicas. Vida de lujo y de marajá. Un rey jovencito que todos aplaudían y adoraban.
Hasta que me di cuenta, de que había que seguir y sigo en esto del fútbol, pero de un modo más real, y sin creerte nada del todo. Y conocí a una chica guapa y a la vez buena gente, y me enamoré no solo de sus piernas y todo éso. No. A esta chica la quise y la quiero más aún que jugar al fútbol. Y mi contacto con la familia sigue ahí. El periodismo tiene un gran poder, y te puede derribar. Y luego están los resultados y el azar. Afortunadamente, yo me crezco ante los rivales y las dificultades. Sé que también tengo enemigos, y que hay gente que está deseando que el paleto se derrumbe para poderse poner éllos. La rivalidad, es bestial. Hay que tener la cabeza muy dura para seguir aquí. El dinero y el placer te pueden tumbar. Hay que protegerse e ir siempre con tiento. Y fiarse sólo, de aquellos que sabes que te quieren y que siempre te querrán.
Ir por la calle, es imposible. Gafas de sol, y viajes lejanos con mi chica. Y ni aún así a veces te libras. Y me escapo con ella al pueblito en cuanto puedo. Y nos vamos en muchos viajes relámpago a escaparnos, y a visitar lugares preciosos. En definitiva, que creo que lo que hace que no sepa lo que es la crisis y que parezca vivir exento en otro paradigma, es el cariño y la cabeza fría. A nivel humano, yo siento la crisis y me pongo en lugar de los demás.
Sé que ésto es fugaz y pasajero, y que en cuanto toque los treinta años, me pondrán pegas y otros tomarán mi posición de privilegio. Este negocio es así. El amor y el cariño me protegen. Son mis grandes aliados. Siempre es así. El amor y el cariño me protegen. Son mis grandes aliados. Siempre seré de pueblo y a mucha honra. Mi familia y mi chica están ahí.
-Y GRACIAS POR APLAUDIRME TANTO-

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