Me despierto hoy sábado en el medio de mi casa entrañable. La sensación inicial, es de estupor alegre en mi libertad. Sí. El viernes por la noche sí que duermo en mi casa. Y el alba me sorprende con la potencia de su bienestar.
Puedo permitirme el lujo de pensar en mí desde la plenitud personal. Admiro más si cabe la aventura de las cosas, y puedo detenerme encima mismo de mi verdadera realidad. Nadie ha podido condicionar las reglas del juego de mi vida. Absolutamente, nadie ...
Me levanto de la cama ligero como una pluma, y me es indiferente si hace frío o calor. Estoy hecho a la dureza y al contraataque. Me siento fuerte como una roca, y rezumando vitalidad por todos los poros a pesar de mis confesos cincuenta y dos años. Soy feliz en mí.
Y en cuanto me levanto, agarro mi estufita de hilillos eléctricos, y la pongo cerca de la cama para caldear la habitación. Pero os aseguro que lo hago por mi salud física y la conveniencia de portarme bien con ella, y evitar los resfriados en esta mi Valencia que ya sabe a fresquito y a Diciembre. Pero en realidad y en cuanto me visto, lo que me apetece es salir al balcón para ver toda la sorpresa de lo que sucede, quién pasa y quién vuelve, cómo andan mis plantas de la entraña, o cómo suenan hoy los trinos de los pájaros que acampan y se acunan en las copas de los árboles de la Gran Vía.
Todo es nuevo y coherente. Me despierto descansado, y no solo físicamente recuperado y feliz. El descanso ha sido mental, psicológico, emocional e integral. He descansado de mí, de los que me rodeaban y no me querían, he elegido con acierto el lugar exacto en el que debo ser y estar, permanecer y soñar. He dormido en mi barriada de toda la vida, en donde está mi cuna, y en donde nació mi magia. He dormido y descansado en mí, en donde me da la gana y en donde es. En el lugar más deseado y bello por mí y para mí.
En donde conozco todos los olores y sonidos, en donde poco ya puede sorprenderme, y en donde de más mayor, apuesto que sea profundamente dichoso.
Raudo y pesaroso a un tiempo, me preparo y dispongo, y me voy a la casa de mi hermano para cuidar a mi madre. Mis piernas son dos juncos de agilidad, y mi fuerza os confieso que hasta a mí me sorprende. Camino como un atleta o un militar, no me duele nada, y siento que mi ritmo se llama triunfo y convicción. Estoy creciendo. Lo estoy logrando. Estoy ahí ...
Cuando llego a la casa de mi hermano donde reside mi progenitora, todo es diferente. Nada es igual. Allí no conozco a nadie, y todo es el imperio de lo extraño y de los desconocido. Todo es mentira y de prestado. No me identifico con la gente de allí.
Ellos abren sus potentes garajes y airean sus ruidosos vehículos y sin miramientos, hablan del tiempo en el ascensor para no decirse nada, y murmullan sorprendidos mi potente vitalidad y resolución mañanera entre un mundo de consumidores y acomodados. Es otra vida, otras reglas del juego, otra visión de las cosas, y hasta otro paradigma social. No me gustan.
Por éso quiero volver de nuevo a mi casa en cuanto pueda, y jugar a mí, y a planificar mis tiempos y mis sorpresas, y a apañármelas conmigo mismo y sin curiosos, y a ponerme la felicidad de mis zapatos por mí elegidos. Aunque aprieten algo. Me es igual.
Y a llenarme los bolsillos de fuerza y de decisión, y a marcar mis rumbos y mis horizontes sin el menor de los temores, y contar en mi cuaderno personal y de la bitácora que leéis, que vuestro mago y poeta de las emociones sigue hacia adelante, descansado y hermoso por adentro.
-BIEN POR ADENTRO-
1 comentarios:
Besos para tod@s.
El Mago y poeta!!
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