Te pongas como te pongas, ya está ahí la tradición de la Navidad, que transporta su gran y arrebatador buque de emociones en dirección al gran negocio actual del consumo.
Los primeros brotes verdes de la Navidad ya están a la vista en los grandes comercios, que son los grandes cebos que precisa en ocasiones la inmensa vida moderna. Las luces, los decorados, y las alusiones a un tiempo para los sentimientos familiares y cercanos que van proporcionando una caldo de cultivo que atraviesa todas las agendas. Las de los ricos, y las de los pobres. Las de las familias desestructuradas y rotas, y las de las familias unidas y reales. Todos los polos y geografías.
Época de preparatorios psicológicos ante un período religioso, tradicional, gastronómico, familiar, y de liturgia caritativa y pose alegre. Y, también muy triste, en función de las barriadas emocionales y de las circunstancias personales. Construímos y fabricamos unas fechas demasiado cercanas como para pasar desapercibidas.
No es mala idea tener excusas para estar juntos, frente a unas reglas del juego tremendamente individualistas y de distancia real. La Navidad está en la agenda. No se puede dar el salto desde Noviembre hasta el día siete de Enero. Se intenta en ocasiones, pero muchas veces fallan las fuerzas, y te pones nostálgico, o alegre, o triste, o vives tan condicionado por la tradición y la costumbre que acabas viviéndola como si fuera en una actitud práctica e inevitable.
La industria de la Navidad, se pone las botas. Que se preparen las cajas, los vestidos a adquirir, los turrones a los estómagos o los champagnes a los gaznates. Hacer cena distinta es algo que se va a hacer, y se va uno a reunir con sus jefes y compañeros haciendo de tripas corazón, y le comprarás a tu chica el regalo inesperado que ella siempre intuye, y les entregarás a tus nenes queridos ilusión de juguetes de Papá Nöel y de los Reyes Magos, y serás un niño grande, bueno y satisfecho, porque así sonríen y no se decepcionan los peques frente a los demás en su tiempo de vacación invernal.
Proyectos y lotería, el azar y la adivina vidente que se impone a las infantiles previsiones del BCE, y harás confetti y matasuegras en medio de un encierro de funcionario sanitario que está de la privada hasta más arriba de los testículos u ovarios. Doce uvas.
Y nacerá el niño Jesús, que sería de izquierdas humanistas y sin fronteras, o la Virgen María que nos protegería a todos de los deshaucios y del letal paro, y de la corrupción o de los desequilibrios. De todo y de todos ...
Tiempo de niños y de ternura, tiempo de soledad que pica duro en el alma porque esa silla ya está vacía definitivamente y le querrás siempre, y saborearemos esas gambas carísimas, y nos ajustaremos brutalmente el cinturón comiendo unas chuletillas de cordero y un vinillo familiar y afectuoso. Caluroso y sabrosón.
Será la Navidad más terrible que se haya podido seguramente vivir jamás, y los niños nunca podrán sospechar lo que se esconde tras la crisis, y los ricos que han roto la paz social invadirán los grandes hoteles y las avaras suites para dar rienda suelta a su obscena indiferencia desde el Poder.
Y habrá nieve, y más reflexión que nunca, y más tristeza que siempre, y nos dirán cual Sermón de la Montaña que saldremos de la crisis, y que el Reino de los Cielos será para los desahuciados de vivienda y exclusión integral social. Y va y entonces les creeremos, y saludaremos haciéndonos los bobos a nosotros mismos un tiempo venidero y de espera de oro, incienso y mirra.
Y nosotros seremos los Reyes Magos de nosotros mismos. Por la cuenta que nos trae, seguiremos confiando en la magia de la sorpresa y del deseo inevitable de seguir viviendo convencidos y con sentido.
-NO ES MALA IDEA-
0 comentarios:
Publicar un comentario