¿Sabes? Hoy te echaba de menos, papá. Y mira que hace años que un extraño y fulminante infarto, te mandó al otro barrio.
Sí. Te sigo echando de menos, y lo seguiré haciendo durante mucho tiempo. Y, éso, que en realidad tu figura paternal apenas la sentí, y que solo te recuerdo como a un gigante amable, el cual llegaba a casa, venías a casa, y tu presencia y camino estaba bastante en la casa de nuestra familia. O lo que fuera aquéllo ...
Eras, ateo. Como yo. Y sé que no crees en nada ni creías, y que todo ésto no es sino mi lamento o letanía del cansado, y del paso acumulativo de las horas del día. Mira, papá, ¿ves?, ¿ves a tu mujer que es mi madre?, ¿la ves ahí con poca energía y hecha una niña de cinco entrañables años? No la ves. No puedes verla. Pero yo te digo y no miento al afirmarte desde el recuerdo, que la mamá está así. Y que ya no es la mujer guapísima y fina como una actriz con la que tú te casaste, padre. No. No lo es ...
Yo a tí te recuerdo como a un enorme gorila, y con unas espaldas de armario, una fortaleza hercúlea, y una alegría mucho más que contagiosa.
¿Ves a mi hermano, papá?, ¿ves las cosas que hace y que seguramente a tí también te sonarían a cuerno quemado? No. No lo ves ni lo verás nunca, y éso casi que me congratula. Sí. Una de las mejores cosas que te pueden suceder, fortachón, es que no puedes levantarte de la tumba, llegar a casa, y dar un tremendo golpe de autoridad sobre la mesa.
No hagas caso, papá. Ya sabes que a mí nunca has de hacerme caso, porque a mí me pasa como a tí. Sí. Me pasa que ninguno de los dos apenas somos capaces de hablar en serio, ni en los momentos límites o de desgarro. Éramos tan felices, que tú y yo casi no nos tratábamos ni nos conocíamos. Yo creo que competíamos entre nosotros y entre todos, para ver quién se imponía a quién. Quizás, por éso, revivo estos días duros tu huérfano recuerdo a la ausencia real de tu figura paternal y verdadera. Sobre aquella casa caótica y en anarquía. Orden impostado, frágil e irreal.
Sí, padre. Se reproducen hoy mismo los esquemas. La mamá está pero no está, mi hermano es mandón y tremendamente extraño, y tiene la manía de querer proteger a mamá a su manera y resulta que su manera es competir conmigo para liderar el afecto y el amor. Cosas que pasan en algunas familias ...
¿Qué hacer, padre? Sí. La paciencia salva y concreta. La paciencia defensiva, y hacerme el bobo. Sí. Tú, también te hacías mucho el bobo y tragabas quina. Unas veces conscientemente, y otras muchísimas sin darte apenas cuenta. De ahí aquel infarto brutal.
Por eso te recuerdo, y porque te quiero. Porque yo voy a ser frío y a no caer en esa trampa de tensión y de falta de sanidad. La familia sigue siendo un jirón, pero ahora me toca a mí enfrentarme al toro de la adversidad. Y en tu homenaje de amor, papá, te aseguro que voy a seguir ordenando la familia en aprendizaje, y esta vez airoso, aunque las cosas puedan parecer eternas. Es el mejor homenaje que me puedo hacer a mí y a tu recuerdo santo. Que este combate vital, no se me va a ir.
Que no vale el músculo que tú tuviste, sino la mano izquierda de mi cerebro. Sí, papá. Frialdad, serenidad, empaque, autocuidados, estoy casi tan solo como a tí te dejaron, y la vida sigue, siguió y seguirá.
Y el río del sosiego volverá a mí, y los pájaros cantarán la canción victoriosa del orden y del pacifismo, y hasta la mamá soltará la risa floja de un humor que de tí heredé.
- ¿VES COMO SÍ TE RECUERDO? -
2 comentarios:
Consigues emocionarme...solo eso.
Besos.. muchos
M.
Veo que tu emoción surge del mismo modo que tu gran corazón, entrañable Dulce.
Mil BESOS DE TU AMIGO JOSÉ VICENTE!
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