sábado, 24 de marzo de 2012

- LA EXTRAÑA TRANSFORMACIÓN DE ANDREI VOLSTOV -



Andrei Volstov era un perfecto don nadie. O, al menos, así todo parecía indicar su conducta.
Aterido, pasaba las noches invernales de su Moscú, entre botellas de vodka y varias y potentes mantas.
¿Loco? Más que posible. Taimado, solitario, parásito, mendigo, gandul, sin actividad   ni    oficio conocidos, desaliñado, sin afeitar, con escasa higiene, y con unas ropas sucias y raídas por el habitual descuido y la mala vida.
Lástima y no otra cosa, es lo que hacía sentir a muchos Andrei Volstov. O, al menos, eso decía él. Que se llamaba Andrei Volstov. Porque no había en su poder el más mínimo poder     o documento que pudiera acreditar tal aseveración. Era un juguete anecdótico, excluído y roto. Una derrota con piernas.
Bien pocos, confiaban en que se despertara finalmente en Andrei alguna parte positiva o   a destacar. Todo parecía no y nunca, en el moscovita Volstov. Y, sin embargo, no era así. Porque, a veces, le sucedían cosas francamente inesperadas.
Todos los miércoles y a la misma hora de la tarde, Andrei Volstov solía desconcertar a muchos de quienes le conocían o coincidían con él en un recinto musical, en el cual se juntaban no solo hombres y mujeres desdichados, sino también gente de cualquier situación social y sanitaria.
Sí. Al principio, sus conocidos procuraban ubicarse a distancia de él. No les gustaba su extraña pose, su falta de educación, su  incorrección en medio del grupo, y todas esas cosas     que  generan un inicial y comprensible rechazo. Mas no le rogaban a Andrei Volstov que se fuera de allí camino de otro lugar. No. No lo hacían, aunque alguno pudiese pensarlo. Claro que lo pensaban ...
La reunión en aquel lar público, era de carácter musical. Un grupo amateur y entusiasta de músicos, hacían tocar sus respectivos instrumentos, y de repente el arte expresivo de la música todo lo abarcaba.
A continuación, los miembros casi espontáneos de un coro, lanzaban sus voces al viento, acompañando a las melodías iniciales y creando arte. Arte, sí, con mayúsculas. Arte humano y universal.
Ése, era exactamente el momento de la transformación de Andrei Volstov. De entre algunas decenas de voces educadas y entusiastas, había una voz especial y llena de alegría, la cual se abría como una colorida flor en medio de la primavera.
Andrei cantaba como un ángel hercúleo, y con una facilidad y belleza incomparables.   La    magia de su canto único, contagiaba al resto del coro, y entonces solo vencía el entusiasmo general. Todos disfrutaban más cantando y cantando, y hasta los músicos afinaban sus instrumentos, en el afán y logro de una fonía superior y realmente destacable.
Al terminar el acto, todos se volvían a aplaudir a Volstov. Pero, el hombre, se limitaba   a hacerles una reverencia, y ni una sola sonrisa se desprendía de él para los demás.
Ni siquiera se despedía. Salía del recinto, y se preparaba para pasar de nuevo una noche fría, dura y límite. Su fortaleza, le hacía sobrevivir de modo admirablente resistente. Y no digamos los miércoles, cuando la noche acechaba. Porque con los rescoldos de la música    bien   evidentes, Andrei se sentía fuerte y poderosísimo.
- ¿POR QUÉ AQUELLA SORPRENDENTE MAGIA? -

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