Todavía se sabe demasiado poco de Zingus. Debe andar por los cincuenta años, pero se le ve juvenil e indefinido. Parece extraordinaria la vitalidad y la resistencia de Zingus.
Y eso que es más bien bajito. Pero debió de hacer deporte desde pequeño. Porque su fortaleza es admirable. Mas la gente aún no puede conocer ni tener ni idea de quién demonios es Zingus.
Todo son especulaciones en torno a su figura. Porque parece agradarle demasiado la soledad. Y eso siempre facilita los sambenitos y los juegos exteriores.
El aspecto de Zingus es duro y orgulloso. Es como si le hubiesen hecho mucho daño y fuese por la vida de deudo y de deseoso de ser compensado de alguna manera por tales hipotéticos agravios.
Ni siquiera se conoce demasiado su orientación sexual. Unos dicen que es homosexual, y otro afirman que eso no y que realmente le agradan las señoras.
E incluso aseguran que es un hombre inteligente y cortés, y que cuando menos te lo esperas te suelta una sonrisa hermosísima que te deja descolocado. Porque parece ser que el seriote y extraño Zingus es realmente atractivo a su manera.
Original. En eso suelen coincidir sus próximos. Zingus no es como los demás. Es distinto e imprevisible. Es difícil saber por dónde te va a salir. Igual te suelta un grito rebelde de disconformidad, que te atiende de modo exquisito y escucha amable y atento lo que has de decirle.
Si alguien pudiese conocerle realmente, le hallaría contradictorio. Desconcertante y especial. Porque Zingus parece realmente especial. De modo que ante todas las dudas que surgen sobre él, es mejor dejarle de emitir juicios y limitarse a observar sin apriorismos su conducta y su actitud.
Dicen que a Zingus le abandonó su familia y que siempre fue un niño olvidado al que no le dieron el menor generoso espacio de protagonismo infante. Y que por eso se volvió raro, huraño y extremadamente heterodoxo. Inusual, y con su punto de enigma insondable y heterodoxo. Raro.
Aseguran que Zingus es tan sensible que prefiere ir de duro, pero que no es nada así. Que va de soldado porque ir de ciudadano de la paz le haría sentirse excesivamente vulnerable y expuesto a los caprichos agresivos de los otros. De modo que Zingus va de rudo porque necesita defenderse de quienes nunca se fiará del todo.
Afirman que Zingus lo tuvo todo y que fue un niño superdotado y hasta feliz. Que le gustaba jugar al fútbol, las explicaciones de los profesores del instituto, y que adoraba a las mujeres rubias y extranjeras.
Se rumorea que un día Zingus se escapó al extranjero con una catedrática de Física diez años mayor que él. Que estuvo enamorado y asombrado positivamente de ella hasta las trancas, pero que la belga ciudad natal de la mujer poseía un clima demasiado lluvioso y sin luz para Zingus.
Quizás eso marcó las distancias. Porque Zingus necesitaba la luz del Mediterráneo y de sosiego consigo mismo. Algunos osados dicen que Zingus mató a su amada y que se volvió a España. Y que la policía nunca halló en él indicios o rastros de crimen alguno.
Es el tema. Que Zingus no es comunicativo y hasta un misterio con piernas. Dicen que le gusta juguetear coquetamente con su misterio y que adora que nadie sepa con certeza sus cosas. Que le gusta la ambigüedad, y que en su secreto está el atractivo de su magia personal y hasta de su peculiar carisma.
A Zingus nunca hay que serle directo ni preguntarle cosas claras y agudamente punzantes en dirección a su rostro ni a su mente. Que, lo mejor que hay que hacer con Zingus, es hacerle muchas sonrisas reales y dejarlo estar. Y que sea Zingus quien decida, quien urda, quien acierte o yerre, quien lleve melena o rapado al cero, que cante o ría, que esté serio o exultante, y que sencillamente le dejen ser como él quiera.
-PERO TODO SON RUMORES-
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