viernes, 10 de enero de 2014

- PASIÓN TIERNA Y ENAMORADA -



¿Por qué te me eres un sueño que puedo palpar?, ¿por qué puedo admirar tu amor entre mis manos quietas y hasta heterodoxas a un tiempo?, ¿por qué me hago mil preguntas en tí desde la felicidad y la gratitud más obvia y evidente? La mejor respuesta, eres tú.
Y soy yo. Los dos y nuestro atrape de amor. Y, tus manos. Y tus cabellos castaños y toda tu magia de mujer. Sí. El amor ha llegado como un volcán poseído de malicia y nuevas, de nubes de verano que dejan escapar tus gotas en mi piel receptiva y fecunda. O desde ese invierno recogido, intimista, y de velas románticas que arrasan en nuestro nido más cómplice de amor desesperado y necesario. Porque yo soy tu respuesta aceptada.
Déjame mirarte. Observarte. Admirar tu mirada con personalidad, segura y femenina. Deja que haga de nuestro cruce de afecto visual un juego policromático de versos y de besos. Porque esta última palabra es la que te iba a pronunciar y todo lo más cerca de tí. El beso. Tus labios muy demasiado cerca de los míos. Tu dejarte hacer por mí y por mi bienestar a través de tu femenina generosidad. Ese beso que llega, que está, que se acerca a tí y a mí, que necesitamos para sellarnos en medio de nuestra verdad y de nuestro pacto, y todas las risitas reales que hacen que valga todo la pena. Vale demasiado la pena que estés ahí. Y lo sabes. ¿Cómo no ibas a saberlo si eres más verdad que la luna y el universo unidos y al alcance de nuestro ser? ...
Me besas y me buscas la cara con tus manos. Me tomas la cabeza y juegas cariñosamente a quererme. Y entonces tu sí es espectacular y sencillo a un tiempo. Y te me das y me ofreces una senda evidente que solo se encamina a la noche y al día del amor entrelazado y extremadamente potente y audaz.
Me vienes y me ayudas, y entonces no existe el tiempo. Ni los sucederes cotidianos, ni las obligaciones que se amarran como cuerdas a nuestros días de obligación y labor. ¡No, amor! Cuando tú te vienes a mi y a mi atmósfera, sobran los siglos y los tiempos de los relojes. No existe nada que no sea la envoltura apasionada del placer de los sentidos y de nuestra convicción en el amor.
Y nos movemos, y nos abrazamos del todo, y nos envolvemos como hacen las plantas acaparadoras y frondosas haciéndonos la unidad del todo. Y nuestra piel se excita y se sale, y se junta, y entonces tu belleza de mujer aparece rutilante y toda para mí. Y tú estás orgullosa y emocionada de hacerme feliz, y de gemir, y de ponerme tenso de bienestar físico e integral. Y ya no podemos pensar en otra cosa que no sea en estar tremendamente vivos y dinámicos.
Sale calor. Sale toda la exagerada actividad que sabe a fuego pactado y decidido. Y nuestros cuerpos brincan sobre una evidente superficie de mar, tierra y colores. Y al lado de nosotros dos quedan los mil enigmas que nunca van a interesarnos. Porque el mundo se ha parado y solo sobreviven dos tiempos y dos felicidades. La mía y la de tí.
Y de vez en cuando me miras y me ríes como la carcajada aullada y salvaje de una hembra en éxtasis, y mil hormonas locas se han ido sin remedio al lado b de la racionalidad. Y cada latido de tu corazón y cada golpe cómplice mío, y cada cosa colosal que nos pasa cuando nos amamos, es más que especial e inolvidable.
Porque el recuerdo solo es un presente de tacto indicativo, porque es tu cuerpo y tu espíritu mágico sobre mí, porque eres una señora, y una mujer, y una persona entrañable y eternamente bella de amor, y porque nos da la gana tener el tremendo y positivo descaro de ser felices.
¡Sí, cielo! De querernos vivirlo todo sin que nos lo cuenten los poetas o los sordos de sentires. Porque cuando tú y yo estamos juntos, siempre pasará algo nuevo e inesperado, innovador y hasta explosivo. Porque tú lo eres.
-PORQUE YO LO SOY-

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