martes, 7 de enero de 2014

- LAS COSAS DE CARLOS: "LA NENA". -



Pues yo no estoy de acuerdo con mi Lourdes. Porque ella se ha empeñado en que la Infanta es mala y culpable, y llevamos todo el día discutiendo y de morros. Enfadados, vamos ...
Pero es que es verdad. Yo tiro para la Infanta respetándolo todo. Porque esa chica y desde bien joven, lo único que ha hecho es ponerse a trabajar en un banco y ganarse la vida. Y sin necesidad de ganarse dicha vida, porque era la hija de un rey. Y eso es muy heterodoxo y loable. Si yo hubiese sido hijo de un faráon o de un potentado de esos que hay por medio mundo, a lo mejor hubiese hecho como Lady Gaga o como la hija esa Hilton que siempre vegeta y que no lleva buena rectitud. O como la Chábelita de la Preysler, o como tantas personas que ya no necesitan arremangarse para fregar las escaleras de esos comodones de la Comunidad que todo lo ensucian.
Y mi Lourdes, que no y que no. Y me dice mi churri que ya la han imputado otra vez y que algo habrá hecho. Y que lo del Rey de ayer que no estaba recuperado en la Pascua, es por los sufrimientos que le da la hija y su marido ese del Urdangarín. Que creo que se escribe así.
En eso tiene razón. En que el Rey es su padre y quiere lo mejor para su hija. Estará sufriendo el pobre hombre y a mares, y está más que científicamente comprobado que los males del coco afectan hasta al crecer de las uñas y sin luna llena. Es todo integral. Pero ...
Lo que pasa es que la "nena" ya es mayor y sabe lo que hace y lo que no hace. Y a los hombres nos gusta mucho meternos con las mujeres porque somos unos ventajistas y hasta unos envidiosos inaceptadores. Y tú, mi Lourdes, no me mires así. Porque no es bueno para un martes sin Reyes y sin Navidad que haya mal rollo en la casa. Respeto tus cosas y tus opiniones, pero este menda no se baja del burro. Y te voy a poner un ejemplo, Lourdes. Y a los que leen, y al mago también , ¡hala! ...
Voy con argumentaciones. Y me acuerdo de mi prima María Amparo y de mi tío Juanito que era de Triana. El tío Juan decía que María Amparo no tenía peligro y que no era para motos y tal. Y la niña se había empeñado con la moto. Eran los años setenta y eso. Y la María Amparo se hizo con una moto de segunda mano, a pesar de la oposición descomunal y férrea de su padre y de todos sus hermanos, varones todos. Incluso su madre, mi tía Maruja, afirmaba que la niña en moto era más frágil que un viejo sin bastón. Pero, cómo salió finalmente María Amparo. Se salió bravíamente con la suya. ¡Bien hecho! ...
El otro día me la encontré de casualidad y no parecía élla, oye. Tiene cincuenta años y baja la cabeza en las curvas que habría que ver al niño Marc Márquez enfrentado a ella en un circuito de los grandes. María Amparo no le gana, pero casi. Y solo con ver su vitalidad a pesar de que no levanta un palmo del suelo, yo la aplaudo y la animo. Por eso yo no entiendo hoy el coraje de mi Lourdes. Son mujeres las dos, la Infanta y mi amor. ¿Qué quiere pues?, ¿siempre hay que discutir para que la pareja siga viva? ¡Ay, señor! ...
Sí, Lourdes, sí. Sé que estás ahí haciendo morros dentro del cuarto, y que si sales me vas a decir cuatro cosas como que la han vuelto a imputar, que el marido es un distractor y un jeta, y todos esos recurrentes facilones y hasta presuntamente obvios.
Pero, digo yo, nena. ¿No sería mejor que hiciésemos las paces como tú y yo sabemos, y que después del hervido que hay de cena hoy nos levantáramos los dos la eterna bandera blanca y soberana de nuestro amor inabdicable y pétreo? ...
Sabes que es lo mejor, Lourdes. Que nuestro amor es indivisible, patrio y real. Y que está lleno de toda nuestra verdad y de nuestro misterio gracioso. Como dicen los poetas esos que escriben tan bien y a golpe de rima inspirada, ¡leñe! ...
-¿A QUE SÍ?-

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