Excelente película de autenticidad. La vida y lo cotidiano como motores de verdad y de atractivo. Es lo mejor de este film que se parece ciertamente a la realidad de las personas que andan por los cincuenta y que siguen hacia adelante activos e inevitables hacia sus tiempos y avatares de sus vidas.
La protagonista, Eva,-encarnada por la atractiva actriz Julia Louis-Dreyfuss-, es una mujer divorciada que trabaja de masajista y cuya hija debe partir ya camino de su crecer hacia la Universidad de otra ciudad. Y ese síndrome del nido vacío, ataca bastante. Y Eva se vuelca siempre animosa y con ojos vivarachos y atractivos hacia una labor cotidiana preciosa y necesaria. A un ritmo rápido y lleno de actualidad. El día a día.
Cerrada al amor, encuentra finalmente lugares próximos y hasta cercanos al afecto. No quiere sentirse más sola de lo que está. Y al principio prefiere no tomarse las cosas demasiado en serio, y se deja llevar por una inercia que le es segura y conocida.
Vivir no es fracasar ni triunfar en exceso, ni risotadas quedabién, ni cortesías epatantes y hasta excesivas. Vivir a esas edades es ser coherente y tener un muchito de miedo y de arrojo a un tiempo. Porque las hijas de la deliciosa y eternamente juvenil protagonista se desarrollan imparables. Y se hacen mujercitas que ya no piensan en exceso en ser protegidas, y saben que deben volar mientras sus cuerpos se desarrollan hacia el paso franco de sus personalidades que van construyéndose y teniendo lugar.
Se van los suyos. Y la dinámica actual da pocos tiempos de ocio y bastantes pocos amigos. La soledad se lanza desde unos amigos hacia una fiesta y aborda a una bella mujer para pretender justificarse ante sí misma y los demás, pretendiendo decirse que ya los hombres no la pueden interesar y que es absurdo eso del amor a su edad, piensa Eva.
Pero ahí conoce a Albert,-el malogrado actor James Gandolfini que falleció tras el rodaje-, y la protagonista se sorprende positivamente. Y aquí empieza a lanzar sus recelos y sus miedos entre su coquetería, su bienestar y su encanto personal.
Albert es un hombretón grande y con obesidad, pero que parece mostrar tranquilidad y buenos sentimientos. No. No es guapo como ella creía que habría de ser el hombre que de nuevo pudiera tocarle el corazón. Porque Albert tiene defectos y tal, pero también muchas virtudes. Y entonces surge el sentimiento de la cercanía y de la bella sorpresa. Se puede ser feliz ...
Una de las clientas de Eva resulta ser la ex de Albert, la cual le menosprecia y pone a parir. Y la masajista deliciosa y prota, se para demasiado a hacerse la longuis para que le vomite su rechazo y sus defectos. Su inseguridad la hace pensar en fallos y en la busca de los puntos débiles de su amor Albert. Quiere Eva asegurarse de todas las cosas.
Finalmente, vuelve a imponerse la realidad. Albert la descubre y hace bien en enfadarse con ella. No ha querido lanzarse de cabeza al riesgo, que es lo que suele pasar cuando necesitas autoprotegerte. Y entonces vienen los sentimientos reales y sin maquillaje, y te das cuenta de lo que puedes perder si te pones irreal y negativo. Porque la vida es una apuesta permanente y lúcida, ante los riesgos y los avatares.
En efecto, muchas veces es el silencio y sobran las palabras. Y te dejas llevar por la autenticidad, y por los sentimientos más verdaderos y por las emociones más sinceras. El silencio acorta las frases defensivas y estratégicamente construídas y te pega de frente contig@ mism@ y con tu modo de encajar y de sentir las cosas.
Al final, si hay verdad, siempre puedes recoger la autenticidad y hacer puzle consecuente. Y abrazar y retomar la vida en medio de ese pequeño dios de las cosas cotidianas y del que no se debe prescindir.
-FILM REAL Y ENTRETENIDO-
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