domingo, 5 de enero de 2014

- LA FILA G -



Estadio de fútbol. Hacía tiempo que no iba yo al fútbol. En persona. Quizás, porque siempre he estado ahí, pero el dinero y otras circunstancias me lo desaconsejaron.
Alguien me ofreció su pase. No iba a ir la persona al partido dado que se hallaba constipado, y fui yo en su lugar. La fila G, de un sitio bajo y caro. Muy cerca, demasiado cerca se ve todo. Tanto, que aunque puedes ver a la perfección la cara de los entrenadores y de los jugadores con el césped casi al alcance del brazo, ahí en realidad y sin perspectiva casi nada de fútbol puedes apreciar. Ahí está en otras, dicha fila G.
Entrenadores. Eso se ve mucho en dicha latitud geoestratégica. Allí va gente que tiene dinero. Y la elección de muchos es estar muy encima de las cosas. Por eso puedes encontrar sabihondos y gente desahogada económicamente en plena crisis, que ya está de vuelta de todo. O eso, pretenden demostrar ...
Viven el fútbol previsible y les gustan bien poco los experimentos hipotéticos. Tienden a desconfiar de los malabares, y son consumidores de la aparente y matemática practicidad actitudinal y personal.
Tiene carreras, dinero, no son obreros, y su expresión es más suave y apenas estridente. Son los grandes silenciosos sabios de la vida. Los que van a marcar presencia, y a mirar desconfiados por el canal de una lupa bien conservadora. Van cuando pueden. Las urgencias no son nunca sanas.
Nada semeja parecerse a ese otro vulgo futbolero que se pasa en los fondos tras las porteras gritando y moviéndose todos los minutos del partido. Los de la fila G, les miran indiferentes y no parecen prestarles mayor atención. Ellos son educados, vienen con su buena ropa cara del Corte Inglés, y pretenden aceptarse pasando entre sí lo más desapercibidamente posible. No son de bullangas ni de grandes rebotes. Pero no me gusta que no se alteren tanto, porque el fútbol debería ser una sorpresa mayor. Dicen que hay cosas que jamás pueden entender, pero cuando pelan a uno es con finura y estrategia. Aunque a veces a alguno se le escape el racismo aparentemente ordenado. Casi siempre el mismo señor le decía negro una y otra vez a un defensa, aproximadamente unas veinticuatro veces y no precisamente para destacar la belleza de su piel. Otras cosas ...
Con unos horarios de cena, y, ¿ni siquiera habrían traído bocadillos cuando sufren una de las peores zonas climáticas en invierno al lado del fresco frío de la mojada hierba? ¡No! También son VIP. Y en el descanso, el desfile hacia el interior pasa por comprar los bocadillos allí mismo en el campo. Improvisar y resolver. Hacerse la vida fácil y no meterse dificultad o problemas.
Mucha niña mona, pocas solas, tíos solitarios, muchos muchachos con ganas de demostrar que tocan el dinero, anexos al poder económico, y cachorros evidentes de la ambición que ya está.
Sus miradas no son fáciles. Es su grupo y su club especial. Te pondrán a prueba. Son autosuficientes y estás de más ahí si no eres o piensas como éll@s.
Lo que pasa es que no te lo van a decir. Y si eres inteligente lo comprenderás. Se ponen muy contentos cuando el equipo gana. Mucho. Pero no le dan a la gran carcajada sino a la alegría esperada de su lógica naturalidad. Oye, tú, que van al campo a que gane su equipo. No van a ir a que pierda, que además del frío que hace es pelín putada perder. Con ir, ya ...
Me gustan un poco más los cavernas que gritan su desnuda verdad y hasta insolencia. Porque van más desnudos. Y aportan vitalidad y enormes dudas hasta metódicas. Son la radio del campo, y los de la fila G son meros locutores aventajados de continuidad. Y se ponen tediosos y se van corriendo a casa. Esperar que pasen muchas cosas al final del lance no es lógico para nadie. ¿A que no? ...
-SEGURO-

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