El fútbol se alegra. Ya está. Los calores argentinos y el descanso le han metido un nuevo gol a los grandes envidiosos agoreros. Porque a Leo Messi se le ve recuperado físicamente y golpeando con querencia y deseos renovados al cuero. Viene con ganas de fútbol. Con ansia de hablar en el césped y no en la vicisitud quejosa y adversa de la teoría y la rumorología vana.
Porque, sí. Porque Messi es callado y práctico, timidote y actual, relativista ante la fama, y el mejor del mundo con una camiseta puesta.
Como un regalo de Reyes y Año Nuevo, vuelve el gran as argentino. El sucesor natural del gran Maradona, mago efectivo y genial, capaz de dejarnos siempre a todos en medio del entusiasmo feliz.
Siempre hay ganas de verle de nuevo. Con el balón y en el campo, poco más nuevo puede depararnos porque lo ha hecho todo ya. De modo que Messi repetirá sus jugadas majestuosas e incisivas, se irá de cuantos rivales le salgan al paso y meterá todos los goles que hagan falta y se precisen. Es joven y lo sigue teniendo absolutamente todo como para liderar el fútbol.
Lo que más interesa es ver cómo madura su cabeza en las polémicas que rodean a su persona y cómo encaja el contacto con toda la prensa. Se le mirará con lupa cada gesto o cada mueca, cada movimiento, lesión y aceleración. Lo que pasa es que Leo dribla la presión con un arabesco, o con una falta, con un gol o con una Champions suya.
Y no debe temerle a nada porque no hay rivales. C. Ronaldo es un atleta prodigioso, pero no juega al balón cosido ni tiene sus musas. Cristiano es un líder con pegada de bombardero, el cual no ha nacido para la finura o la seda. Leo, por supuesto que sí.
Además, su año 2014 es bueno y nada transitorio. El pibe tiene delante todo el Mundial de Brazil, y éso siempre le ilusiona a un superclase. Aunque la selección albiceleste no es ahora un dechado de enormes talentos, puede ser que Argentina aspire a mucho. Lleva ya años sin ganar un Mundial, y ahora le tienen a su Messi. Será divertida y retadora la pugna entre anfitriones, españoles, argentinos, alemanes y el equipo revelación que siempre existe y que da guinda.
Me alegro por mí que me chifla el fútbol. Me alegro de que mi deporte preferido se sacuda el tedio, y reciba con la merecida alfombra roja al chico favorito y elegido. Quiero verle hacer de las suyas, irse de sus rivales, ser feliz, que nos haga felices, que tire del carro del Barça, que siga metiendo goles a porrillo, y que su grandeza siga ahí en todo lo alto.
Me gusta verle jugar, su talento innato, admirar su facilidad para levantar al público de los asientos y para improvisar la jugada rápida que le lleva al gol letal. O ese pase de mago que habilita a sus compañeros con su golpeo eterno y su visión de genialidad.
Mi expectación aumenta y se hace ansiosa y lógica. Todos queremos en el mundo volver a ver al gran astro Leonel Messi. Todos queremos ampararnos en su magia para evadirnos de los tiempos cotidianos que huelen a miseria injusta y a mediocridad. Queremos fútbol del bueno. Y le entregamos por anticipado nuestro sano aplauso.
Que es lo que va a pasar cuando en breve ponga Messi los pies de nuevo sobre el verde césped. Que, nos levantaremos todos del asiento, y le brindaremos una enorme y agradecida ovación. Merecida y deseosa. Nos ha hecho a todos pasar momentos inolvidables. Es un honor recibirle de nuevo con loas y necesaria alegría.
-QUE ES SU FÚTBOL-
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