miércoles, 15 de enero de 2014

- NADIE SABE LO DE LOTHAR -



Hace ya algunos meses que le sucede a Lothar. Su transformación es sorprendente, extraña y horripilante. Nadie puede sospechar que este hombre de negocios suizo que posee una fortuna, sufra al llegar la noche una mutación radical y aparentemente imposible.
Por eso el mundo de Lothar se ha vuelto impostura. Porque ha de defenderse, cubrir las apariencias, y que nunca se sepa toda su maldita verdad. Porque eso le parece a Lothar que es lo que le sucede. Una sorprendente maldición.
Por la mañana al levantar se mira en el espejo, y al parecer toda la normalidad que se espera está en él. Se prepara, se lava, se huele, se limpia, se escruta por si acaso hay mácula o rastro de la noche anterior, se pone una colonia cara y a la vez usual, y su ascensor le lleva a su Mercedes Benz. Y una vez dentro del auto, sigue comprobando su normalidad, y cuando llega a su empresa nadie puede alimentar ni la más vana sorpresa.
El día es el aliado de Lothar. En esas horas de luz y actividad, el moderno empresario se muestra abierto y sociable, aglutinador e impulsor de grupos, agrada a las bellas señoras que se preguntan el porqué de su soltería cuando aquel hombre lo tiene todo para no estar así, y la sonrisa de Lothar Mens es una invitación al sosiego, a la risa y a toda la afabilidad. Bien pocos enemigos posee, y la mayor parte de la gente tiene una excelente idea de él.
Mas Lothar vive bien demasiado atormentado. Porque a las cinco o a las séis de la tarde, ya es de noche. Toda la actividad profesional se adormece y cede, y entonces el hombre,-que es todavía joven-, decide que es tiempo para volver a su casa y hacer ocio y descanso. Pero esa idea no puede dejar de ser una quimera irrealizable.
Le pasa algo paulatino y que no es mental, sino evidente y real. Cuando sale de la ducha, empieza a notar cómo se agita su respiración y su cuerpo celular e integral parece enloquecer. Y cual película de ficción, la superficie de su piel se enerva y le aparece una asquerosa y potente vellosidad. Se llena de pelo, y atrás queda su piel humana y esperada. En ese momento, Lothar se afana en encerrar a su gato Fiss en una habitación. El felino, corre real peligro. Y como le adora, le protege y le pone a salvo. Podría matarlo sin querer.
Lothar ya no habla. Algo que no es humano le abarca y transporta. Su piel es la de un lobo con forma humana. Tira toda la ropa para no pasar calor, y apaga todas las estufas. Y prende solo las luces interiores necesarias para no tropezar. Aunque sin luz se ve prácticamente igual que con ella. Y su mentón se torna prominente, y sus caninos le duelen hasta erguirse hacia afuera desafiantes y con ganas de lid. Porque ahora Lothar Mens es en realidad un lobo. Una fiera sin sentimientos que ama la maldad y que adora todas las fases de la luna.
Y se tira sobre el suelo de su gran casa y devora toda la carne que previamente compró en el mercado. Y su pulsión sexual se torna descontrolada y animal. Su líbido sube hasta extremos inimaginables y el hombre lobo pone toda su fuerza en contener una pérfida y desequilibrada agresividad. Antes, ha cerrado sus puertas y sus ventanas. Se ha blindado a sí mismo en medio de su extraña desgracia, y se ha resignado a este cambio radical. Sabe que puede hacerle sangre a cualquiera.
Además, en su cabeza hay demasiadas reacciones químicas inesperadas. No puede pensar con el sapiens de un humano, y sus ideas son asilvestradas y ausente totalmente la compasión y el desarrollo de la refinada ternura que le divide de las fieras y que puede durante la luz del día hacerle dulce y hasta normal.
Afortunadamente, la licantropía de Lothar,-completamente desapercibida para los demás-, ha sido un triste pasado cuando despierta. Ni un solo vello de más y ni un solo pensamiento de bestia depredadora. Y entonces Lothar sonríe por adentro y vela su secreto. Despierta, y vive el imperio del día. Y no quiere pensar demasiado en su noche.
-EN SU ALTER EGO-

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