domingo, 19 de enero de 2014

- LAS COSAS DE CARLOS: ¡ HOLLANDE, MON AMOUR ! -



¡El amor! Qué enigma. Es que te hace poeta, y te llenas de ninfas extrañas, esotéricas, reales y hasta inopinadas. Oye, que te hace crecerte en la creación y en la felicidad. Bon jour. Buenos días. Que nadie se asuste. Porque soy vuestro amigo el Carlos. Modestamente siempre. El amor de mi Lourdes, que ahora está haciéndose las uñas. Y cuando mi Lourdes se hace las uñas, los demás,-incluído quien os escribe-, no existen. Porque mi Lourdes también es el amor.
Yo quería hablar hoy de Francia y de su monsieur presidente. Pero, por encima de todo, del invierno amor. Porque el invierno amor tampoco conoce de barreras ni de leyes previstas. ¡Non! El rey amor es libre y loco, y atrevido, y magno, e irresistible y siempre genial.
Estoy muy de acuerdo con la erótica del poder. Eso de tener gustito estando ahí arriba es normal. Entra dentro de lo que entendemos como posible y que puede pasar. Pero también está claro que el señor Hollande no es ni Leonardo di Caprio ni Clint Eastwood, por poner dos generaciones diferentes y para que se entienda la idea.
Hollande, parece sorprendente y sorprendido. Dicen que ya no hace nada de políticas de izquierda y que ha virado el rumbo del barco. Pero ahora se impone la potente y hasta fisgona actualidad. ¿Quién podía imaginar que este señor de apariencia tan poco excitante para la imagen, pudiera tener el éxito entre las chicas que tiene? Pero si tiene cara de neutral, de blanco, de previsible, de estar todo ya ahí en la cara, de nada de glamour, y de todo lo que es un bibliotecario sin mayores anhelos. Pero ...
¡No y no! Con el amor no se puede. Este hombre es un máquina que liga más que un superclase de las relaciones humanas. Por eso nunca hay que esforzarse por entender a ese farolillo de fiesta que es el amor y la comunicación con las chavalas. Da igual todito ...
Una colección de amor es lo que lleva en ristre la magia amorosa de Hollande, y que nadie pregunte nada. Son hechos y habas contadas. El que puede, puede. Y todos los demás a callar y a envidiar. ¡Qué demonios! ...
Primero se casó con Ségolène Royal, que fuera lideresa del socialismo francés, alta y bien guapa. Se separó y tuvo una pareja muy bella que se llama Trieweler o algo así alemán, y la tenía tan enamoradiza se ve, que cuando la pobre se enteró de que se le fugaba para irse a ver a la actriz Julie Gayet, le cogió un malestar y un sufrimiento dicen que de los que solo pica cuando el amor se estremece de adversidad fou.
Reconozco por mi forma de escribir, que no parezco el Carlos ese que escribe aquí en el blog del mago de vez en cuando. Y lo que pasa es que estoy hasta imbuído del amor y de las hazañas. Porque Hollande es un fiera, y yo me pregunto qué hay que hacer para tener esas facultades tan evidentes como portentosas ...
¿Dinero? Eso es lo que me dice mi Lourdes enarcando las cejas. Como queriéndome decir que un hombre así no liga. Pero, cabe preguntarse quizás si me pongo frivolón, que cuál puede ser el activo amatorio más destacado del monsieur rey francés de las alturas. ¡Oh, la, la, la! ...
¿El físico que se ve? Descartado. Lo que debe tener es algo que siempre tendrá el ciudadano medio. Porque Hollande tiene cara de ciudadano medio aunque sea el jefe de los franceses. Debe tener todo lo que puede desear una mujer. Que la mimen, una más que prolongada y excitante conversación, una ternura, un savoir faire, un encanto, y quién sabe si bajo sus ropas tiene una intimidad de atleta erótico.
Yo, modestamente, no soy malo en el amor. Me defiendo como gato panza arriba pero salgo bien airoso. Por eso es que mi Lourdes y yo nos queremos. Y llevamos toda la vida juntos. Y muchos más que seguiremos. Ahí está bien guapa mi Lourdes y sonriéndome.
- ¿NO ES MARAVILLOSO? -

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