José Antonio Ortega Lara fue funcionario de prisiones y secuestrado por la separatista ETA. Espantoso fue su cautiverio. Le metieron en un indigno agujero llamado zulo, y allí lo tuvieron más de quinientos días de un período terrible e interminable. Hasta que fue finalmente liberado.
Fue una imagen televisiva. El icono del dolor. Verle roto, desesperado, famélico, abatido y destrozado anímicamente, me puso los cabellos de punta. Me causó dolor verle así. Era una imagen de tanta fragilidad y vulnerabilidad, que me produjo escalofríos. Todavía hoy, cuando recuerdo aquella estampa mediática y descarnada, me sobrecoge y tensa. ¡Cuánto dolor! ...
Ortega Lara estuvo un tiempo recuperándose con su familia y los suyos. Le hicieron tanta tortura mental, que yo llegué a pensar si este hombre podría algún día respirar sanidad y una nueva y feliz sonrisa. Tuve muchas dudas, y preferí pensar que su anonimato y su recuperación sin que apenas supiéramos, sería la mejor noticia para él. Que se fortaleciera y tratase de olvidar aquel su tremendo infierno. Su espanto.
Afortunadamente, y digo afortunadamente, en Euzkadi se vive un tiempo nuevo. ETA ha manifestado su deseo irrevocable de dejar la violencia. Una noticia realmente extraordinaria. Realmente, esperanzador el horizonte tras décadas de terror.
Ha sido un conflicto ideológico de fondo. Una larvada guerra civil local y de guerrillas, que ha salpicado a toda España. Centenares de muertos y de heridos en el camino. ¿Cómo pasar página? ...
Hay caminos errados. Uno de ellos ha sido el dar demasiada cancha y hasta protagonismo político a las víctimas del terror. Algunas de ellas han derivado hacia posiciones de proyección política, más allá de las del mutuo y necesario apoyo y consuelo entre sí. Han tomado rumbo político desde su dolor y desde no aceptar la nueva realidad y las nuevas reglas del juego.
¿Integrarse en partidos políticos aportando su desgarro y su emocionalidad lesa?, ¿reinvindicar y marcar con el dedo a sus malhechores haciendo de este hecho bandera política? ¡Escalofriante! ...
El Partido Popular acogió a muchas de estas personas. El partido de Rajoy acepta la nueva realidad. Asiste al proceso de pacificación de futuro, y no hace excesivo ruído apostando hábilmente por el pragmatismo. Sabe que lo que va a pasar en Euzkadi en el futuro será que ya no habrán más muertos ni heridos. Parecen jugar a la fría y necesaria estrategia de transición.
Y entonces, las víctimas montan en cólera. Como Ortega Lara. Y le dicen al Partido Popular que es un blandengue con los abertzales, y que se van a un Partido herido y con dolor que se llama "Vox".
Y entonces me vienen de nuevo a la cabeza aquellas imágenes desgarradoras de la liberación de Ortega Lara, y me doy cuenta de que no le han aconsejado bien, y que le han vuelto entre muchos a zarandear y a hacer daño.
Comprendo todo su tremendo dolor. El de Ortega Lara y el de todas las víctimas de la violencia del terror. Pero Ortega no va por buen camino. Sus amigos deberían aconsejarle que dejase la política y que tratara de apartarse de territorios turbulentos. Porque la política no debe ser nunca una terapia personal para sentirse mejor. Ortega Lara nunca perdonará a los canallas que le rompieron su sonrisa. Pero él no debería buscar tanto en el daño de aquellos tiempos. En mi opinión debería apartarse a un lado y buscar un terreno más respirable. Y tratar de aceptar las duras realidades. Me gustaría que reflexionara y que se serenara. Nunca olvidaré aquellas imágenes suyas destrozado de dolor. Me ganaron.
-Y POR ESO ESCRIBO ÉSTO-
0 comentarios:
Publicar un comentario