sábado, 6 de abril de 2013

-SOY UN POLÍTICO HONRADO -



Absolutamente vocacional. Y laborioso. Sí. Desde que me levanto por la mañana hasta que me acuesto, yo me dedico a trabajar por mi país, España. Quiero y necesito que mi país mejore, y me preocupa toda la situación general. Soy concejal de una ciudad mediana, y ha de saberse que me enorgullece mi servicio pleno a mi patria.
Escucho a mis ciudadanos, a mis electores, y trato en los plenos del Ayuntamiento y en los despachos y reuniones previas, de ayudarles y de ser canal de sus voces y reivindicaciones. Sí. Me gusta la política pero como representación y ayuda.
Me gusta moverme y estar al tanto de las cosas que pasan y preocupan. Discuto con mis compañeros de partido todas mis ideas, y hago porque mi voz y mi pensar se comparta, y para la satisfacción de la mayoría de las personas. Las más posible.
No estoy en política para ganar dinero. Ésto, me parecería una forma de picardía   o     de  prostitución. Inadmisible, obsceno e impostado. Solo quiero el bien común, el máximo bien, el calmar las cosas, y el que los ciudadanos me tengan en una buena consideración. Lo hago por razones éticas y morales. No podría dormir tranquilo si estuviese en este mundo político para sacar tajada para mí por algún privilegio. Os aseguro que no. No es mi estilo.
No he robado en mi vida ni pienso hacerlo, nunca he tenido que doblar la rodilla ante nadie ni ser servilista, siempre he cuidado mis relaciones de amistad y he tratado    de   que   no  influyeran en mis limpias decisiones. Desprecio profundamente toda forma de corrupción. La corrupción es una trampa saducea que sabe golpear en los cimientos de mi santa Democracia con mayúsculas. Mi sueldo es modesto, tengo varias carreras y ofertas del sector privado que si las aceptara ganaría mucho dinero, pero no me da la gana aceptar porque me debo plenamente a mis electores.
Como estoy hace años en política, ya no soy un novato y conozco los caminos y los tipos y tipas de la tentación. Es fuerte el tema. Hay gente que disfrutaría haciendo que cambiara de chaqueta y me lanzara en sus brazos. Son listos y no te lo proponen abiertamente, pero como te descuides una noche con el alcohol o con la fiesta, puedes ser pasto de mácula.
Hay gente buena que se ha ensuciado. Ya véis las televisiones y los períódicos. Que si paraísos fiscales, que si enriquecimiento ilícito, que si yates, que si áticos, viajes, despilfarros y todas esas cosas.
Os aseguro que no es mi caso. A mí me gusta hablar por mí. Yo nunca iría por decencia a esos lugares de lujo, porque creo que el ejemplo es actualmente una excelente idea para ayudar a mis electores.
Como se comprenderá fácilmente, hay que tener poco escrúpulo para irse de juergaza y de viaje, y ver que tenemos séis millones de parados, y que cada vez más nos asfixia la pobreza, que los centros de ayuda están rebasados, y que en mi país la gente escarba en los cubos y contenedores de la basura.
No creo ser héroe por el hecho de mi honradez. Al revés. A mí se me ha votado para trabajar y para estar codo con codo con mis ciudadanos. No se me ha votado para llevar un cochazo oficial, o para tener holguras o dietas excesivas. Yo soy España. De la España real y de la calle, aunque lleve corbata y esas cosas. Es un mero formalismo y una manera de vestir. Soy y voy limpio, y mis cuentas y emolumentos están a disposición de quienes deseen verlos. Mi transparencia es mi máxima y mi seña de identidad.
Me da rabia que nos digan que todos los políticos somos unos sinvergüenzas. No lo somos. Es mentira. Habrá de todo. Habrán chorizos, normales y medio pensionistas. Pero es malo generalizar. Yo, no tengo nada que esconder ni de qué avergonzarme.
Y, os aseguro, que si observara a mi alrededor rechazo contra mí, lo que haría sería recibir a la gente en mi despacho y dejarles hablar con absoluta libertad. Que nadie dude es mi idea. Y yo escucho y soy receptivo, y me da coraje ver a mis compañeros de profesión o de cometido que traspasan la línea de la corrección y se meten en líos y en asuntos turbios y hasta delictivos. En mí, saben que tienen a un crítico que alza su voz ante todos ellos.
No me importan los estereotipos. Soy un hombre normal y corriente. No soy ni mejor ni peor que nadie. Soy uno más. Y en esa idea de inquietud y participación me muevo. No quiero que tiren a la gente de sus casa y que las personas tengan empleo y sueños. Ese es mi reto. Y si es tiempo de vacas flacas como el actual, mi obligación es ser austero y consecuente con la carencia. Y sacrificarme como todos y con todos. Me gusta   lo   que     hago    pero    no   necesariamente tenga que ser para siempre.
-DETESTO SER ETERNO-

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