martes, 30 de abril de 2013

- FAMILIARIZARME-



Seguramente, la palabra que encabeza este escrito, es la que mejor refleja ahora la etapa de mi vida por la que transcurro en mi crecer y descubrimiento personal.
Sí. Hacerme a lo nuevo y a lo que me es necesario. Lo que pasa, es que eso nunca puede suceder de inmediato. Se trata de un vivir paulatino, en un tiempo y en una situación nueva e inédita. Vivir mi propia vida, asumiendo plenamente mi autogestión y mi libre albedrío.
Os confieso que cuesta. Porque son muchas cosas. Muchos retos que parecen entrelazarse a la vez, como un juego difícil y adverso. Pero nada de adverso sino todo lo contrario tiene el sendero de crecer. Te ves diferente y nuevo, en un lugar que amas pero que no comprendes lo suficiente, y entonces aparecen tentaciones inmovilistas que parecen querer demorar mi inevitabilidad.
Casa nueva, óptica diferente, valoración distinta de las cosas, mirar hacia atrás con rigor y sin ira, no caer en victimismos de complacencia, y buscar mucho. Explorar. Valorar y ver, y no tener una prisa excesiva. Meditar y seguir. Tomarse pausas, descansar más, no agotarse en el esfuerzo de todo cambio, y valorar mejor y con más optimismo la perspectiva mía de futuro.
Familiarización. Substituír esa familia que nunca tuve, por el advenimiento de una nueva disposición y unas buenas elecciones amicales. Acostumbrarme al hábito. Hacerme a la persistencia, y aprender a coger más disciplina para mi bienestar. Jugar con la idea de la conciencia limpia, y ejercer un fuerte pulso que haga vencer mi contención ante el impulso apresurado y ansioso.
Es bello y bien bonito superarme cada día. Como cuando alguien se jubila y se matricula en una escuela de mayores. Es francamente loable y eterno, y dice mucho de la persona que en lo último que piensa es en el retiro o en el lamento.
Sé que me duele mi vida. Pero también sé que este obligado Rubicón, es imprescindible para avanzar hacia mí. Porque al otro lado de ese paso y de ese coronar, hay un mejor   y    más adecuado tiempo de sosiego.
Y sé que familiarizarme es repasar todo cuanto se halla a mi alrededor y friamente. Mirar con rigor mi realidad, y ganar una personalidad sólida y franca. Ser familia de mí mismo. Ser mi padre y también mi hijo. Ser adulto sin renunciar a ese niño mago y traviesón que en mayor o menor medida todos tenemos adentro y en el corazón.
Tener nuevos tíos, y nuevos primos, y muchos hermanos, y algún que otro hijo. Casarme y unirme con mi realidad y con mi verdad, y escuchar todo lo positivo y lo auténtico. Y construír unos lazos afectivos más profundos y menos superficiales, y hacer que no se note apenas mi dolor.
Nadie duda que avanzar y ser más tú, hace que tus huesos se quejen y que tu ropa se te quede pequeña e inadecuada. Ser otro tiene estas cosas. Abordar sin temores lo cotidiano y lo venidero, es algo para mí necesario e inaplazable. Es mi obligación dejarme la piel en el empeño por perfeccionarme como ser humano, hasta el último de mis días. Porque es la mejor medida que puedo tomar.
Jode y cansa todo esto. Fastidia la incomprensión y el desencuentro, pero forman parte de mis reglas del juego. Yo tengo a favor que soy muy tenaz. Muy cabezota. Y cuando veo lo inevitable, antonces no me gusta quedarme parado para que nadie me lo indique. Mi personalidad es así de rápida y de peculiar.
¡Oh, mi propia familia! No es un sueño. Nada de ensoñaciones ni disneylandias inanes y huecas. Mi familia se hará, se construirá, se constituirá, y seré un hombre feliz y acorde con el tiempo que se me propone.
Y todo lo que no me sirve lo tiraré a la basura, y lo que entre en mi vida será para ser gozado y laborado. Y entonces miraré el momento actual con una sonrisa de ternura     y    hasta   apaludiré esta mi bisoñez que tiene lógica e historia.
-NO LO DUDO NI YO-

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