lunes, 15 de abril de 2013

- CINE= "TESIS SOBRE UN HOMICIDIO". -



La Justicia. La maquinaria judicial y el malvado. El noble irreductible que trata de hurgar por el camino de en medio. Papeles y más papeles que se amontonan entre la inoperancia. La convicción del abogado que encarna al gran actor argentino Ricardo Darín, y el juego de las estrategias. El mal como poder. El individuo que a veces se salta todas las aparentes barreras y acaba humillado. El bueno que acaba perdiendo al menos aparentemente la partida.
Una joven cae asesinada al lado mismo de la Facultad de Derecho. El protagonista, siempre sospechará de un joven alumno engreído y soberbio que parece saberlo todo a pesar de su edad. Y, el psicópata, le hace un pulso psicológico al reputado y experto abogado no ejerciente que Darín encarna.
No se trata tanto de matar en esta ocasión, como de desmoralizar al oponente y darse la noticia de inatacable y de intocable.
Darín, sensacional papel, se debate entre la ortodoxia de la Justicia escalonada y regulada, y entre la irreductibilidad de quien cree profundamente en el bien y en la valentía. En el rigor.
Y, el abogado, se obsesiona para bien y para mal en el joven del que sospecha que no es trigo limpio. ¿Quién se saldrá con la suya en medio del juego peliagudo y cerebral?
Darín, boxea en sus ratos de ocio, y se pierde entre amigas psicoanalistas       y      entre     justicierismos que le brotan del corazón. Cabeza fría y espíritu caliente en un thriller de psicología y de astucia. Película que se ralentiza al ritmo de una moneda que parece girar azarosamente hasta de un lado o del otro. Las balanzas, los equilibrios, las enseñanzas, las sagacidades, las audacias, y hasta lo aparentemente imposible.
El buen abogado y profesor, no cree en el azar que podría dejar las cosas en el alero, y su contrincante prepotente y asesino hace una tesis sobre la impunidad. Todo puede caber en la vida. Los detalles, la observación, pero también la picardía de un perfecto cabrón.
Al final de la película siempre hay dos certezas que juegan entre sí. La victoria y la derrota de lo que se tiene por justicia. El convencimiento y la conciencia limpia, y el azar y la mente enferma de un loco vil y suertudo canalla. ¿Suertudo? ...
Sí. Desgraciadamente está la impunidad. Eso de que todos los asesinos caen, es y solo puede ser una visión global e ideológica. Porque en la vida hay tipos perversos y astutos que hacen pulsos con otros poderes y se salen de rositas. En el fondo, son gente con una suerte extrema. Pero real.
Es duro darse cuenta de la injusticia en el mundo judicial. Puedes tener mucha razón pero poca fortuna final. Mas eso podría ser suficiente. El saber las cosas. Es importante saber que conoces y sospechas del peligro. Lo jodido sería ser burlado sin que te enteraras. A veces, pasa ...
Lo que quizás nos redime de un mundo cruel, es que sabemos que somos atacados. Y quienes lo hacen, se saben sospechados y hasta incordiados.
Sí. La Justicia no tiene porqué ser agradable, sino laboriosa. No tiene porqué gustarnos una decisión, sino comprenderla. Juzgadores y juzgados, buenos y malos, nobles y pérfidos, acaban teniendo nexos de similitud y hasta lugares comunes.
¿Es el abogado burlado y derrotado en un calabozo por un canalla un ser menor?   No    necesariamente. No. Porque el abogado que encarna Darín ha visto la daga que hace la muerte final. El malvado sabe que le han visto la estructura que parece tener necesidad de ocultar para hacer todo el daño posible.
Todo muta y cambia, tengas pleitos y los ganes, y todas esas cosas. Que al final el último veredicto será el tuyo, el personal, el que tú quieras o decidas. Tú.
-NO HAY OTRA-

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