viernes, 26 de abril de 2013

- LA DIOSA DEL AJEDREZ -



Dana Ontova. Demasiado joven. Mujer. Veintiocho años. Bella, y condicionada por un machismo feroz. Gran jugadora de ajedrez. Aspirante a campeona del mundo. Nada de sexos en lucha. Va a disputar la gran partida mediática frente al indiscutible número 1, el varón James Dondrop, checo y triunfador. ¿Qué quiere la advenediza al imperio de los hombres, la rubia moscovita Ontova?, ¿acaso cosas posibles y ambiciosas?, ¿humillar? ...
Pues la verdad es que no. Dana no quiere líos ni polémicas. Solo reivindica sus derechos de mujer. El circo mediático está servido. Desde el mismo día en el que se puso a derrotar a hombres, y no digamos desde que la Asociación Mundial del Ajedrez decidió nombrarla  aspirante al gran trono del genio Dondrop.
Dana Ontova trata de aceptar toda la presión. No quiere chismorreos, y solo el concentrarse en este deporte. Nada de concesiones al sexy. Al menos, por ahora. Huye de declaraciones explosivas, y saca una extraña red de blindaje para defenderse de un evidente enjambre de varones que solo van a tratar de desestabilizarla. Dana, es más que lista. También es genial aunque pocos la crean y muchos la digan intrusa en el imperio de la sabiduría.
Ontova es hermosa a rabiar, pero va de mono de faena. Ausencia de maquillaje, todo pantalones, y apuesta por el calzado plano. Huye de toda estridencia. Le conviene.
En el mundo mediático solo hablan de Dana para contar sus novios y romances, algunas fotos en top-less, vídeos de escasas entrevistas, y apoyo masivo de grupos de mujeres. Dana solo parece servir para el exotismo y para los momentos masculinos del relax. Las tertulias proliferan en más de medio mundo. ¿La Ontova desafía al mito Dondrop?, ¿quién se ha creído que es?, ¿acaso una vanidosa desenfrenada y sin más límite que su audacia hasta maligna y excesiva? ...
Sí. Va a comenzar el gran combate. La gran partida por el título mundial. Dondrop la mira con respeto y le da la mano. Ontova le sonríe y le devuelve la cortesía deportiva y educada.
Apenas inicialmente, ningún espectador ni periodista mira al tablero. No. Lo que miran son los gestos, los cruces de miradas, la forma de sentarse, las arrogancias     y     hasta     las   humildades. ¡A élla! ...
Dana Ontova ha hecho su primer movimiento sobre el tablero. En los buscadores de Internet medio planeta hurga devorando si ha sido un mediocre o un gran movimiento. Normal. Ha sido un movimiento anodino y una apertura esperada. Todo está bien. Va bien.
Los peones se están tambaleando. Se sacrifican, salvando las piezas más importantes. La palabra jaque bombardea la serenidad del campeón checo Charles Dondrop. El mundo de los hombres talentosos y geniales está representado por él. La virilidad, el mando, el poder atávico, la tradición, y el deber sin concesiones de ganar a una mujer.
Dana Ontova está tranquila. Sabe que no tiene nada que perder. Está haciendo una partida fastuosa. Dondrop anda lento, torpón, y mira el cronómetro una y otra vez. No quiere que le penalicen. La Ontova contiene su euforia. Está llevando la regularidad y la iniciativa de la partida.
Séis minutos más tarde, numerito machista. Un grupo ultra de antimujeres se ha colado en el lugar, y la ha liado a gritos. La seguridad ha sido muy eficaz. Nada sucede.
Media hora más tarde, Dondrop está más que presionado. Casi, histérico. Y entonces, la mujer y nueva diosa del Olimpo del ajedrez, sonríe por vez primera entre una nube   de  tensiones. ¡Jaque Mate a Dondrop! ...
Todos los televisiones interrumpen su programación. Conectan con el escenario de la gran partida. Dana Ontova se levanta de la mesa y da besos por doquier. El primero, a James Dondrop. Nadie puede creerlo. Alguno amenaza ya con la revancha. El varón, ha tenido por ahora que agachar sus orejas.
- ¿POR QUÉ? -

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