Calor avasallador en el balcón de mis plantas. Junio mañanero, y hasta tremendamente madrugador. Nadie en la calle. Siete de la mañana. Más calor. No sé cómo la gente puede estar durmiendo. El mejor sitio es la calle. La calle de mi Valencia.
Mis plantas excesivas, llenas de polvo de sequía, medio abandonadas a una intemperie dura de sol y de verano. y yo que me levanto bien temprano y que hacia ellas voy. Las dos partes, lo agradecen.
Otrora. Hace tiempo mis plantas fueron bellas. Más aún que ahora. Porque tuvieron más sosiego, más sombra y más paz. Otras condiciones más bonancibles, y no el bombardeo del agua como único recurso de supervivencia.
No. A las plantas hay que darles trabajos para que crezcan rectas y ufanas. Para que no sufra la raíz, y el tronco se desertice. Para que los tallos no naveguen sin rumbo fijo y pierdan estética y geografía.
Mis plantas necesitaban hoy, orden y concierto. Exploración y acometida. Por eso he cogido mis tijeras y he podado muchas de ellas. Las he limpiado, y he averigüado el porqué de su anarquía desajardinada. Mis plantas estaban desconcertadas y añorando tiempos pretéritos y rutilantes.
Mas no estaban muertas ni derrotadas. Ni hablar. La vida de mis plantas será larga y potente, y solo se tendrá que detener ante el potente cambio climático de parrilla estival. Pero mientras yo tenga la fuerza y el deseo de ser novedoso y tener valor y afán para con ellas, tendrán cuidados y nunca permitiré que su fulgor se desvanezca.
No pienso en ello. Solo actúo. Podo, repaso, muevo, acaricio, corto lo que ya no me sirve, refresco, y exploro sin complejos ante la mirada curiosa y extrañamente somnolienta de quienes atisban a verme desde la calle. "¿Qué demonios hará ése en el balcón?" ...
Ella y ellos se pierden mi placer. La temperatura a las siete de la mañana, es más que ideal. Perfecta para faenar mis plantas, símbolo de mi vida y de mi crecer. Y logro que el verde vida de la clorofila vuelva a sus hojas. Casi como en una vital magia, noto que mis plantas me obedecen, y yo sigo sus indicaciones y consejos. Ha vuelto la comunicación y la interacción.
No hay miedo en el cortar, sino decisión. No hay alarde en la insistencia, sino conveniencia de mantenimiento. Solo hay buena y generosa voluntad de amor. Hay placer y relax, nada de secretos, soy yo en carne plena sobre las macetas y ellas dándome oxígeno y paz.
He llenado toda una bolsa de restos inservibles y caducos. Mucho material ya inane. Pero ésto es lo de menos. La mejor noticia es que mis plantas siguen fuertes y poderosas, y que me lo sigo pasando pipa mientras las retoco y las enderezo el porvenir. Y ellas me hacen feliz, y las pérfidas y letales palomas se picotean el plumón desesperadas y poco felices. La vida en mi balcón sigue plena, potente y renovada. Comme il faut, que dicen los franceses.
-BON JOUR, BUENOS DÍAS-
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