Reputado profesional de la odontología, con dineros, y con una clínica privada y amplia. El doctor Ansúrez Rems. Todo un triunfador. Cincuenta años, y toda la experiencia. Estomatólogo además ...
Por eso es que Richard Mut se llegó hasta su consulta de la calle del Ave Voladora, número cien. Hacía ya algunas jornadas que una de sus muelas le hacía raros y dolores, y ya se había cansado.
- Doctor Ansúrez, ¿qué ve? ...
- Extraer. Hay que extraer la pieza, Richard. Es necesario, si es que desea que sus dolores desaparezcan ...
- Proceda entonces, doctor ...
- Con su permiso, Richard. ¡Voy! ...
El doctor Ansúrez tomó todo el instrumental necesario, y convocó a sus enfermeras de más confianza y experimentadas. Clientes como Richard Mut, merecían toda la más correcta atención y eficacia. Además, pagaba mucho y bien.
- Vamos a empezar en cuanto le haga efecto la anestesia local, Richard. En seguida que se le duerma la zona, comenzamos ...
- Okey, doctor Ansúrez. Quedo a su total disposición ...
Mas no era el día del doctor Ansúrez Rems. Mas bien, todo lo contrario. Quince minutos de reloj, y no había forma de extraer la más que potente raíz de la muela de Richard Mut.
- No se preocupe, Richard. Ya se va moviendo la pieza ...
- Ajá, doctor. Pero procure terminar pronto ...
- ¡Ni lo dude! ...
Sin éxito. Por mucho que el médico hacía fuerza con las pinzas de extracción, la raíz no salía. Veinte minutos de reloj. Ansúrez y todo su equipo médico, empezaban a sudar a pesar de la potencia adecuada del instalado aparato del aire acondicionado.
Jamás le había ocurrido aquello al doctor Ansúrez. Richard Mut, comenzaba a hacer gestos de impaciencia sobre el respaldo de su mueble quirúrgico en el que se hallaba, y notaba y mucho cómo el dolor hacía cuerpo y frente a la contínua anestesia.
- ¡Ayyyy, doctor! ¡Joder! ...
- Tranquilo, Richard. No hable, por favor ...
- ¡Me cago en su santa madre, sacamuelas! ¡Acabe ya de una vez, coño! ...
No se podía. La pieza, partida, hacía más que difícil la extracción. Y cuando el doctor Ansúrez se disponía a censurarle los insultos e improperios a su selecto cliente, éste último se tiró la mano a uno de sus bolsillos y sacó un revólver 415. Y, no solo lo sacó ...
Comenzó a disparar primero al aire. Al techo de la clínica. El equipo médico encabezado por Ansúrez, huyó despavorido del lugar, y acto seguido se llamó a la policía.
Pero cuando llegaron las fuerzas del orden, hallaron el cuerpo sin vida y con mucha sangre en la boca, de Richard Mut. Pero su muerte no presentaba la menor herida de bala. Había muerto de dolor proveniente de las pinzas extractoras del doctor Ansúrez. Le había fallado el corazón.
-Y ESO MISMO CONCLUYÓ EL FORENSE-
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