martes, 26 de junio de 2012

- CAMPO DE BATALLA -


Fuego cruzado, metralletas, odio, desesperación, supervivencia, sangre, olor a muerto reciente, y tremendas ansias de salir camino de la supervivencia.
Soldados, carreras alocadas, gritos, emboscadas, ruído de muerte caminando libre y excesivo sobre las cabezas de los buenos y de los malos. Guerra en maniqueísmo.
Estrategia y patria, invasiones, dominación de la tierra, nada de poesía y demasiada épica. Criminales y héroes, niños con cara de viejos, y mayores con rostro aniñado. Entre la batalla no parece menearse la idea de civilización. Progreso muerto.
Sirenas de ambulancia, jeeps, atropellos, dolor carnoso en las profundas heridas y fotos de pavor humano. Avances, conquistas, repliegues, retrocesos, zozobras y convicción letal entre los seres humanos que solo saben lanzarse besos de muerte y dinamita.
Hombres enfrentados, odio libre en las dos partes que se manifiesta de modo constante y evidente. Sí. Todo el imperio de la ira y de la confrontación puesto al servicio de las grandes empresas de las armas. Armas inevitables de muerte. El negocio y el superávit del dios de las balas y de la destrucción. Intereses comerciales.
Bandera y fe, fanatismo y sensación de superioridad frente al otro, el capitán tuerto que dirige presto sus tropas de infantería, los tanques que avanzan como máquinas sin piedad y desde cuyo ojo alargado sale la lava de la bomba y del pánico. Y a veces, sobre el tanque, huele a humo la cabeza chamuscada de un soldado que ha muerto cuando sacaba    su cuerpo intentando salir de su infierno de fuego alcanzado.
Aviones, guerra abierta. El cielo se ha poblado de moscones de acero que lanzan bombas contaminadas sobre sus odiados rivales. El aire es un festín de libertinaje, en el cual puede pasar todo lo peor que puedes imaginarte. Los ángeles, descansan y miran    impotentes. Muchas veces los humanos somos así de guerreros y de bestias.
El gran acorazado apoya, atemoriza y vigila las cosas. El gran coloso psicológico y del ajedrez, se posiciona amenazador. Se acercará o partirá, en función de cómo vaya la funesta contienda de terror.
En el campo de batalla sigue la deuda de oxígeno y el cuerpo a cuerpo. Guerra sobre guerra en medio de los campos y las calles. Todo lo que suene a violencia cabe dentro de la gran pernada que es la guerra.
Que tiemblen los débiles, que lloren los sensibles, que se muden los poetas o que tiemble de dolor el familiar del herido o del muerto. Lloros atronadores al lado del funeral apresurado, y cuerpos de morbo mutilados que animan las televisiones en tiempo de aranas y propaganda.
Todo es mentira en las guerras. Todo. Desde la misma realidad hasta el aparente fin. Nada va a justificar la bestieza del ser humano, el cual a veces se codea entre sí como un guiñol y sin pinzas. Guerra de la miseria, del desprecio, de la ruindad, del desasosiego, del desamor y de también lo cotidiano.
- ¡PEACE! -

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