viernes, 29 de junio de 2012

- AQUELLA EXTRAÑA NATURALIDAD -



Joao y Rafa entraron en aquella casa donde estaba el niño Jaime con su familia. Sí. Los padres del pequeño Jaime, habían contratado los servicios de dos obreros. Se trataba   de cambiar todo el suelo o parket de la casa. Los héroes a sueldo de la proeza, se llamarían como habréis adivinado, Joao y Rafa. Que eran, dos fuertes y recios muchachos de Pernambuco y de Coria del Río respectivamente, y que iban a dejar al pequeño Jaime con la boca abierta.
En efecto, los padres y demás familiares del niño Jaime, hablaban con Joao y Rafa, y   les  aplaudían y jaleaban cualquier comentario, decisión o conducta, por muy arbitraria    que  pudiese parecer. El ruído de la maquina cortadora del parquet, era sencillamente atronador e insoportable. Pero una extraña sonrisa, había invadido las conductas de los unos y de los otros ...
A la hora de comer, el pequeño Jaime convivía con ruídos, trajín, e inevitable suciedad, procedentes de la labor de los citados y recios obreros. Aquella extraña naturalidad sobre las cosas, tenía realmente conmocionado al niño. ¿Cómo era posible tamaña desfachatez, y cómo era igualmente posible que aquel desatino fuera interpretado por su propia familia como si nada irregular estuviese sucediendo? ...
Diez horas más tardes, Joao y Rafa seguían a lo suyo. Y el niño Jaime perdió finalmente las timideces y las vergüenzas, y les dijo a los obreros si no se cansaban de trabajar tantas horas sin parar y sin ningún alimento.
Los albañiles, sonrieron con convicción al niño, y le dijeron que por supuesto que no. Que éllos, ya estaban acostumbrados, y que la larga duración de los trabajos no les preocupaba en absoluto.
Y los padres de Jaime sonreían con agrado, y hasta alguna que otra carcajada     pícara escapaba de sus bocas, generando en el niño que su confusión aumentara todavía más y de modo notable.
Veintiséis horas después de que comenzaran los trabajos en la casa, Joao y Rafa continuaban en el desarrollo de su labor. Sí. Mientras Jaime despertaba de su sueño al igual que sus padres y familia bostezaban igualmente ante las primeras horas de un nuevo día,   los  albañiles Joao y Rafa seguían a lo suyo.
Y cuando se completaron exactamente treinta horas y doce minutos desde que las obras de la casa se habían inciado, Joao habló con el padre de Jaime, y le dijo que todo el trabajo había concluído. De modo, que el padre del niño les abonó la cantidad acordada, y los obreros abandonaron el lugar.
Los padres y demás familia del niño Jaime, comenzaron a alzar la voz y a mostrar una más que excitada alegría. La idea de la contratación de los albañiles, era solo un ardid de meras apariencias. Había más.
Unos tipos de Alabama, iban a abonar una cantidad millonaria a la familia de Jaime. Sí. Porque se había logrado el objetivo. Había caído el récord mundial, y la gran apuesta. Nadie que se supiera, había sido capaz de trabajar durante tanto tiempo y sin apenas comer. Y los tipos de Alabama formalizaron una transferencia bancaria que suponía una enorme cantidad de dólares. Ése, era el contrato B, y la verdadera razón de las ironías de los padres y demás familia del extrañado y bien sorprendido Jaime. El niño tenía muchas dudas, y pensaba que todo aquello no podía ser más que un mal sueño.
-Y SE SINTIÓ REALMENTE CONFUSO EL INOCENTE-

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