Como el sol, el aire o las nubes. Nos espían. Ya lo decía el humorista Gila en sus chistes mágicos. Levantaba el teléfono de aquellos de los viejos cada mañana, y antes de hacer sus gestiones y de comunicarse con quien fuera, el hombre mandaba los buenas días y les deseaba una feliz jornada a los espías que seguro que estaban agazapados tras su línea telefónica.
Los buenos y las malos, la desconfianza atávica e intercultural, los cotillas, los que fisgan con el dedo para señalar, l@s comadres, los desconfiadas, los que no creen en la paz ni en la democracia, los que les extraña todo y para mal, y hasta esos secretos que nunca te dije ni sabrás. Toma castaña ...
En el fondo, el mundo es un gran secreto. Queremos saber de los otros aunque no queremos que se enteren de lo nuestro. Parece que Estados Unidos simboliza el espía bueno y el Gran Hermano necesario y para nuestro bien, mientras otros inquietantes sujetos de otras galaxias que están en ésta, intentan dejarnos en bolas sociales. ¡Oh, los malos! ...
La libertad. Hay quien confunde saber con entrometerse. La Ciencia es respeto y nunca una tocahuevos. O, debería. Vivimos en una sociedad muy rara que propicia el miedo. La diplomacia se ha rendido a los pies del espía raro y nunca con buenas intenciones. Es, la jungla. La información suele utilizarse para el bien localista y particular. El bien social es una quimera. El espía es un soldado con un sueldazo que trabaja para lo que le manden. ¡A la orden! ...
Está el internet, los teléfonos, los mails, las escuchas, las filtraciones, y el almacén de amenazas. La televisión, como dosis interesada de novelones de la realidad de los bajos fondos imposibles. Los vídeos y todas esas cosas ...
La información, como arma o amenaza. Hoy en día,-quizás siempre aunque con menos medios-, se estila el espiarse los unos a los otros y saltarse todas las barreras éticas. Se espían para arrearse y acosarse. Se espían para hacer y no solo para ver. Se espían para las veladas amenazas y para ponerse en la solfa del descrédito los unos a los otros. El capitalismo marca sus reglas del Poder. Todo vale. Cuidado con los chinos que vienen pegando fuerte en todo y se abren paso entre las hegemonías. El terrorismo como elemento recurrente y de pernada. Vamos a espiar o nos joden vivos. Espía o muere. Veamos lo que están tramando o nos dejarán secos.
Odio. Hoy en día los grandes poderes se odian. Hasta el punto de que el pacifismo se constituye en una ideología que causa hilaridad. Aquí solo sobreviven los guerreros y los más machos. El espía es más guapo y cabrón que antes. La literatura acerca del hombre imposible se transforma ahora en una comercial peliculita de adolescentes y bombazos. Lo sutil es el filo de un hacha de estigma.
Nunca me han gustado los tipos serios y esotéricos. Al revés. Me atraen los individuos extraños y lejanos. Seguro que nos enriquecen. La Hermandad entre nosotros es una buena idea. Lo que quieras saber, pregúntamelo mirándome a los ojos y a través de la clara palabra.
No me vengas con cuentos. El progreso nunca será real sin pueblos hermanados y sin consensos. Las Cruzadas modernas son el resultado de un hombre sin amor y con terror. Hay toda una estructura de fareros en vigilancia que tienen ojos de liberadores pero alma de canallas.
Qué palabra más fea y estigmatizante la de "extranjero". No me llames extranjero, tú que me lees. Espíame solo si eres bella y me aceptas tal y como soy. Vigila mis calcetines y mis ademanes, y sobre todo casemos en amor un consenso público. ¡No te quiero, espía!
-NI A BOND, JAMES BOND-
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