Oriente. La juventud del misterio. China y Japón. Las artes marciales. España y el choque cultural. Los guerreros de la sabiduría no deben matar mujeres, incluso en una sociedad universalmente machista. Presuntamente, un tipo enajenado, ha matado a mucha gente y buscan más huesos y cuerpos. Es español, bonito del norte, y maestro Shaolín.
Kung fú y lo que quieras, oye. El sonido del silencio y las cosas del Buda. Guerrero y guerrilllero. Las energías mentales y del antifaz. Pasión por Bruce Lee y por las películas de chinos. Maestro.
Lamentable. Hachas y muertes. Filos de sangre y acero. Inconsciencia. Ganas de protagonismo y de ambición fatal. Eminencia en su fantasía personal efectiva que puede permitirle un triunfo facilón creyéndose la masturbación de que en Occidente y en España somos pelín paletos.
Katanas y puntería, dominio de las zonas corporales del bien y del mal, desnortado patán y mágico embaucador. Las energías del silencio del esoterismo. Ésto te puede matar y ésto otro te puede salvar. China me da la cátedra. Es el gran gigante cultural y mercader dormido, pero también inventó la pólvora y se hizo con el opio revolucionario y de terapia.
Un bilbaíno en el país del Gran Khan. El emperador de la autoconvencida estupidez. "El Monje". Seguro que ligaba chavalazas mientras movía sus brazos y su cuerpo en danza ritual y hasta académica y sorprendente. Como un bailarín de flamenco dando vueltas sobre su cabeza averiada. Este aspirante a todo y guerrero para la nada, no parece sospechar que acabaría matando y siendo prendido por la policía.
Porque él era sabio de la televisión y del lejano Oriente, de otros mundos que están en éste, de otra realidad, de mil fantasías y del negocio del prestigioso y socorrido gimnasio.
Maestro Shaolín y campeón de artes marciales. Oye, un dios europeo y español. Muchas veces, el mejor en combates claros y de concentración. Decía que era el pacifismo. Lo que en el fondo se trataba era de su violencia larvada interior. ¿No véis lo bien que habla y convence? ...
Concentración y crisis. De nuevo las energías y el escape. Me voy a China que aquí no se puede estar. No hay que levantar trofeos sino ser sutil. La televisión es impacto sin hacer ruído. Te puedes convertir en maestro de la imagen. Maestro siniestro.
La locura también es sabia y cruel. El imperio de la pulsión desbocada se ha hecho realidad y ha tirado de la manta. China y su magia mental, podía ser un cuento definitivamente inesperado.
Y si te fijas bien, los orientales que son prácticos dejan a un lado estas cosas de samuráis y de látigos, y acaban poniendo su paraeta y su negocio competitivo del todo a un euro. Se desmarcan de ese pasado suntuoso y esoterista, y te venden una radio o unas pilas, te engañan con tu consentimiento, y todo es breve y fugaz.
El vasco loco asesino tenía otra idea de la magnitud y de la verdad. Pensaba que el medievo orientalista le daría la paz que precisaba, y que la velocidad de la televisión puede hacerte pensar y hasta sacarte de los líos. Senda errada.
Confucio. Confundido el astro de la televisión, que entrenaba hasta policías y buscaba toda la perfección de su ida imaginación. El mundo del loco asesino se había bifurcado en cualquier sala de cine y en una butaca inane en donde todo puede pasarte.
-TENGAN CUIDADO-
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