Se anunció a bombo y platillo el debut televisivo en la "Sexta" de la joven y punzante periodista Ana Pastor.
Era horario prime time, y un domingo por la noche la gente viene de desconectar, y antes del lunes espera una película de policías o un programa de viajes más reposado. Descansar.
Ana Pastor abrió la ventana y ventiló casi con estrépito. Sin poder estarse quieta, se fue al modelo americano del periodismo de impacto a través de su palabra y personalidad. Tomó carrerilla, pero luego le era muy difícil parar.
Llena de vitalidad, apeló al rigor y al dato, frente a la opinión interesada. Sus ojos vivarachos animaban a seguirla hacia la expectación y la laboriosidad. Al trabajo y a la dinámica bulliciosa. Me temo que su programa, "El Objetivo", patinó al menos en su precoz todavía puesta en escena.
Ana Pastor, la rebelde y con causa, habla a demasiada velocidad que a veces cuesta saber lo que dice, o al menos digerirlo con la suficiente suavidad. Inspira al comienzo de su programa, y no deja de respirar de esa inhalación a lo largo de todo su espacio. Menuda resistencia fondista, la cual podría confundirse con la pretenciosidad o el alocamiento informativo.
Se rodeó de dos o tres jóvenes economistas y analistas de la actualidad política, y propuso un juego de efectos especiales para atrapar la verdad o la falsedad de las cosas que cotidianamente se dicen en política para que nos las creamos. Casi todo pitó falso. Pocos habían sido verdaderos en sus juicios. Dominaba la dinámica y la manía de interesar los datos según conveniencia.
Ana Pastor, y su programa de los domingos en la tele. De izquierdas, y que solo se casa con su marido y con nadie más. Tiene la costumbre de interrumpir y de cortar, y eso a veces tiene sentido. En ocasiones, no. Porque precipita las cosas y no parece tener paciencia con sus contertulios. Cree que si les deja respirar, la harán una estratagema. A veces tiene razón. En otras, yerra ...
El programa de una hora de duración, pasó rápido. La mejor noticia es que fue ágil y no se atrancó ni se hizo pesado en exceso. Lo que pasa es que Ana es una periodista para el contraataque y no para el guión previsto. La Pastor es una luchadora contra el poder, que se crece cuando está en minoría y cuando deja a la gente perpleja por su periodística insolencia de quien no traga.
Cuando se encienden los focos y suenan las fanfarrias y hasta las bandurrias y los efectos especiales, entonces su periodismo pierde sexy y punch. Ana necesita poco guión y mucha improvisación. Relajar más a un espectador al que puede lograr abrumar.
Tiene las ideas muy claras, ha decidido guerrear desde ese cuarto poder que es el periodismo independiente y osado, pero quizás una pausa mayor nos ayudaría mejor a comprender a través de élla, esa realidad neoliberal que está llena de ladrones presuntos y de embusteros redomados. De los no demócratas ...
Quizás, la fuerza de la Pastor no sea el golpe plano de Tyson sino la ocurrencia genial de Alí. Su juventud y sus nervios la convierten por ahora en aspirante a gran periodista. Le queda camino a su evidente inteligencia. Si logra dejar la carrerilla y deternerse al lado de un sitio con agua rica, puede ser esa periodista que lleva en el gen.
No me gustó su primer programa, pero no lo descarto. Tiene clase, datos, y capacidad de reflexión. Su periodismo americano debe acercarse más al mediterráneo. Saldrá ganando élla y todos sus admiradores y seguidores.
-ASÍ LA VI-
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