jueves, 20 de junio de 2013

- BRETÓN, LOS DESGARROS Y LOS MEDIOS -



Cuando veo a este hombre menudo, rápido y contundente en hechos y ademanes, o a su mujer, o a su suegra destrozada emocionalmente declarando ante la jueza, hay algo que no me cuadra.
No parece la España actual. No está la contención. Ahí hay una visceralidad que está de más. Es la España profunda de Puerto Hurraco, los Galíndez, El Caso, Margarita Landi, El Jarabo, o los forofos de las películas cañí y de escarnio. No me agrada ver tanto odio desnudo en medio de todo el país y delante de los jueces; de la fría justicia de equidad y rigor.
Presuntamente, José Bretón fríó literalmente a sus hijos a seiscientos o más grados de temperatura para no dejar rastro, y con la idea de hacerle todo el daño posible y fatal a su mujer. Por odio de despecho y de mal rollo.
Los crímenes pasionales. El circo. El gran circo mediático de nuevo. El gran supermaldito malísimo de Bretón, y la gran buena de su mujer desgarrada por las fechorías del asesino presunto y parece que más que evidente de sus hijos.
Sí. Huele a dinero aquí. A, gran negocio. Como en los otros casos, como es en el de la niña Marta del Castillo. No me gusta lo que estoy viendo en la tele. No me gustan los grandes cirios ni los grandes desnudos. No creo en los espectáculos cuando debe actuar el Poder Judicial. Uno de los tres Poderes del Estado.
No es cosa de ser fríos. Este país mío, no lo es. Pero de ahí, a montarse esa excitación mediática ante el hecho pasional y criminal, mostrando todo el morbo del desgarro, no huele a sano. Lo que hace es mostrar una sociedad convulsa en busca de la fácil vendetta que todo lo salpica y contamina.
Molan los detalles escabrosos y los ruídos del patio de la vecindad. Queremos sangre. Deseamos el rencor, y que toda la venganza caiga sobre el presunto asesino. Y el foco incesante de las televisiones ataca una y otra vez sobre la dimensión real de un tristísimo suceso y acaba haciéndolo extremadamente macabro. Lo hace todo tan obsceno como cuando un padre fríe a sus hijos. Enloquece toda la profesionalidad y el sentido sereno.
Esa no es la información que necesitaríamos. Éso, es otra cosa. Porque más allá de la fatal decisión de un tipo enajenado, e hinchadas sus frías venas por el odio y el miedo a ir a la cárcel que decide matar a la parrilla a unos niños, está la relación entre los padres.
Caben preguntas que aparecen como espculadores necesarios. Si nos ponemos rigurosos y hasta finolis, cabría hasta preguntarse el porqué del odio cegador de José Bretón. El porqué de la causa del hacerle daño a su mujer. ¿Acaso no sabía la mujer de Bretón el cómo se las gastaba su marido machista?, ¿qué hizo ella que no gustó a su marido?, ¿mil preguntas más? ...
Ya sé que parece inoportunísimo. Pero, puestos a tantos desnudos, circos, cirios y desgarros, ¿no dicen que cuando un matrimonio va mal la culpa o responsabilidad es de los dos miembros de la pareja?, ¿falló solo uno de los dos cónyuges en el deterioro de la relación? ...
Dentro de la atomósfera machista actual y vetusta, puede caber cualquier trozo de exceso. Toda la intimidad sale escopetada por los aires de la no intimidad. Todo se analiza y se repite hasta en las tertulias de los bares y al lado de las tapas ...
Por éso no me gusta esa posición social inducida de la prensa, que crea escenarios más que desnudos. Es como si el reportero de una guerra, nos contara los detalles contínuos y escabrosos, y nos mostrara todas las imágenes de la destructividad. No. Para nadie es bueno el circo de Bretón. Al revés. Nos hace daño. Nos traslada a un mundo pérfido y enfermizo. Y no olvidemos que estamos en 2013.
-Y EN JUNIO-

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