miércoles, 19 de junio de 2013

- SECUESTRADOS -



La verdad es que ha sido todo muy rápido a pesar de que llevamos ya dos meses aquí en la selva retenidos. Sí. Mi mujer y yo. Recién casados. Fuimos unos irresponsables, y decidimos hacer nuestro primer viaje como marido y mujer pasando una delgada línea roja de bisoñez y hasta de estupidez.
Pensábamos que el mundo era menos crispado y complejo. Y que en casi ningún lugar pasan cosas demasiado gordas. Yo creo que estamos aquí y así por el amor ese extraño y bobalicón que te hace feliz y te vuelve loco y hasta raro.
Pertenecemos los dos a una familia acomodada, y sé que deben estar sufriendo mucho más aún que nosotros. Escribo esta carta humilde y llena de paz. Pongo el corazón en ella ...
Aún no hemos aterrizado de lleno en esta situación de ahora. Es normal. En la selva hay una confrontación política y bélica, y es normal que todos los soldados    quieran     ganar.   Los  guerrilleros de aquí tienen sus ideas políticas, y no están de acuerdo con los gobiernos centrales. Nos han retenido porque pueden conseguir dinero a través de nosotros, y así podrán comprar material de recursos bélicos cuando obtengan dicho dinero a cambio de nuestra libertad.
Se piensa aquí todo el rato en la muerte. Es la palabra inevitable y tabú a un tiempo. Hemos dejado una sociedad sin tensiones de supervivencia, y estamos en un lugar muy inmediato y difícil.
Como imaginaréis, cualquier bala que salga de cualquier fusil, o un mero accidente, puede acabar con nuestras vidas. Y os confieso que las vidas, y no solo las nuestras, son una cosa tremendamente importante incluso aquí. Es que solo hay una vida. Dicen que los gatos y los ricos tienen siete. Pero mi mujer que ahora me sonríe, sabe que solo hay una. Y no la queremos perder. Por eso quiero que hayan acuerdos y pactos entre los sistemas diplomáticos y pertinentes, ya que como es lógico deseamos regresar a Europa. A nuestra casa y a nuestra vida. No somos de aquí y todo eso ...
Es muy duro estar en este lugar, y no solo para nosotros dos. Aquí sufre todo el mundo, incluídos los enormes y maravillosos árboles. Yo creo que sufren hasta los animales más poderosos y potentes. Sufre hasta el río y el risco. Porque es un lugar coyuntural y nada estable. Es, una guerra ...
Nos dan de comer cuando pueden. Esto no es un hotel de cinco estrellas. Y si nuestra salud se resiente, tampoco aquí están los hospitales esos llenos de especialistas médicos y de prestas enfermeras. Ni hay peluqueros para mi barba incipiente, ni espacios para que mi mujer haga gimnasia o pilates, ni nada de todo esto.
Aquí lo único que hay es supervivencia. Nosotros obedecemos las órdenes que se nos dan. No creamos problemas salvo los que tienen que ver con los de la novatada de estar en un lugar de lucha militar y política, en el que por bobos y hasta soberbios nos metimos. Nadie nos invitó a introducirnos en estos andurriales. Fuimos nosotros solos.
Me duele ver a mi mujer llorar y desesperarse. A veces quiere su intimidad y su espacio, pero como no se puede, pues entonces coge berrinches. Yo la quiero mucho y la calmo, y hasta la levanto entre mis brazos y la doy muchos besos. Sé que todo acabará bien. Sobre todo, si se hacen las cosas adecuadamente y se hace caso a los soldados de este bando y se negocia y con seriedad.
Yo, también sufro mucho, pero mi llanto es interior. Sufro porque la guerra tiene cosas que invaden mi libertad, pero a todos nos la invaden. Aquí hace mal clima y las reglas del juego las imponen las circunstancias. No quisiera ser victimero, sino que se comprendiera modestamente el dolor de mi mujer y el mío.
Entendemos que esto haya sucedido y lo asumimos. Estábamos mal informados, y equivocamos nuestra expectativa de ocio. El mundo está en guerra y nosotros andábamos en la inopia. Me acuerdo de todos los familiares, y mi mujer de todos también. Besos. Esta carta es un agradecimiento a todos. Y, por supuesto, a los soldados que nos dejan estar vivos.
-CARTA DIRIGIDA A LOS MANDOS DE ESTE LUGAR-

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