En un partido memorable. Uno de los mejores de toda la historia del tenis. Cinco sets y el último, 9-7. Me recuerdan los dos números unos actuales a aquellos magistrales duelos entre Björn Borg y John McEnroe. Hoy ha ganado nuevamente el tenis. El tenis con mayúsculas. El Tenis de la calidad y de la épica, juntos. El tenis que hace siempre grande al torneo parisino de Rolland Garros, aunque haya sido solo una semifinal. ¡Menuda semifinal! ...
Y en el medio de todos los elogios, de nuevo Don Rafael Nadal. Recuperado cual Ave Fénix de su rodilla de Aquiles, el manacorí ha puesto sobre la catedral francesa del tenis en arcilla el valor magno del deportista que nunca se da por vencido y que jamás doblará su cuchara hasta que el punto final cacaree.
Así lo ha entendido el prestigioso público francés que ha abarrotado las gradas del Philippe Chatrier, el cual se ha levantado de sus asientos y se ha quedado con la boca abierta. ¡¡ Increíble partido!! ...
El choque fue casi una película de intriga y de sobresaltos, protagonizado por los mejores actores de este negocio. Nadal mostró la regularidad y el temple, y Novak fue ese látigo genial y desequilibrado que casi le gana. Porque el serbio siempre le puede ganar a cualquiera.
El tenis del "chacal" es extraño y resultadista, tramador y de filo, con una precisión de reloj suizo, y con una voracidad para la victoria fuera de lo común. Por eso figura como número 1 en el ránking de la ATP. Su genialidad es su gran recurso, y sus nervios serán su tumba. Pero, ¡qué grande es Novak! ...
Para loar incluso antes de la gran final del domingo a Rafa Nadal, hay que hacer un esfuerzo magno de síntesis. No se puede casi conseguir. Y, nada de forofismos. Porque Rafa es humilde, aceptador, lógico, consistente, con oficio de sobras, ganador, pura sangre, educado, e igualmente genial.
Pero Nadal es tila de tenis. Se muestra lógico y con la concentración de una cabeza privilegiada de acero. Parece fácil describir su actitud, aunque no lo es. Nadal salta a la cancha, estudia a sus rivales y nunca pierde la serenidad. Y si la pierde, se aguanta con un espíritu de resignación tan positivo como recuperador y esperanzador. A los pocos puntos siguientes ya no se acuerda de si la pifió o si soltó un golpe angulado de antología.
Lo que sabe Rafa Nadal es que hay que jugar al tenis como uno sabe, y no quiere que le impongan una máquina impersonal para extraer lo mejor y lo menos mejor de su juego y de su enorme talento.
Rafa es un genio sin alharacas, sin hacer ruído te gana, sin mayores protagonismos te enamora y te deja seco y feliz. Así es la magia de Rafa. La antítesis de Novak. Otra cosa. Una enorme personalidad ordenada en una cabeza en su sitio y comme il faut.
He tenido la satisfacción de volver al sexy del tenis y de aquellos partidos interminables pero que nunca mirabas el reloj. Hoy Nadal nos ha hecho vibrar, soñar, ganar, y nos ha enseñado por encima de cualquier otra consideración que hacer deporte vale la pena. Le ha conferido en su actitud, grandeza a su deporte. Le ha dado a España brillo y emoción. Y un tremendo bofetón a esos tramposos que se dopan y luego afirman que son campeones. Nadal es natural como los grandes dioses consagrados de la historia y del consenso.
¡FORÇA Y ENHORABUENA, CAMPEÓN!
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