lunes, 9 de abril de 2012

- SILVIA VIVE EL PRESENTE TODA ENAMORADA -



Silvia solo sabe que está enamorada de Rober hasta las trancas que la llevan a la felicidad. Y quiere seguir dentro de su real sueño feliz.
El pasado del amor de Silvia, huele a nostalgia y a toda la tristeza del mundo. Su difunto marido, la dejó hace exactamente nueve años. Cuando la madurez de los cincuenta   años circulaba por la naturalidad de Silvia, un beodo inconsciente a bordo de un Ferrari, les chocó el auto, mató a su marido, y élla siguió ilesa de milagro. El destino también es el pasado. Y el presente, y el futuro, y quizás todo ...
Le costó mucho a Silvia salir del lío de su dolor y duelo, y mirando     a    su      dos     hijos  veinteañeros cómo lloraban la desgracia inesperada. Silvia es la mejor madre del mundo. Por éso, su duelo fue escabroso y hasta de espanto. Se acababa toda la posibilidad de sonreír feliz.
Solo un milagro, podría, años más tarde, alejar a Silvia de su ausencia de sonrisa. Lo adivináis. Se llama Roberto. Rober, para élla. De la manera más mágica e increíble, Silvia ha logrado erguirse sobre su felicidad, y sabe soñar como lo harían los cachorros adolescentess del nuevo amor.
Rober, su Rober, es un hombre casado. Sí. Silvia, lo sabe. Pero solo sabe que Rober es tierno, maravilloso, buen amante, inteligente, comprensivo e ideal. Sí. Para Silvia, su Rober    es  impecable, defendible, inatacable y quasi sagrado. Todo lo que el presente le es grato a Silvia, pasa por la idea y el sentimiento que parte hacia Rober.
En el capítulo de su vida, nunca sale la mujer de su Rober. Jamás. La sonrisa, tapa las sombras. Ella acepta, que su amor mo quiera hablar de cosas aparentemente ineludibles con su mujer. El amor le salva y le envuelve.
Silvia no quiere marear a Rober. Rober tiene sesenta años, su vida hecha, sus hijos   casi  enamorados, y toda la libertad. El tema infidelidad, cuernos, o traición de herida a la mujer de Rober, no es tema tolerable en medio de una pasión imparable que destruye toda la crítica y todo el posible desacuerdo situacional. Silvia sabe mucho. Intuye mucho. Saca la perspicacia sutil de mujer, para tapar con un diario aparente el destino del futuro de su relación ideal.
Aunque Rober es el hombre que la hace vibrar, quien la mima, y la quiere con pasión, ternura y evidencia, Silvia no es boba y sí sumamente práctica en su visión de las cosas. Real.
Con cincuenta y nueve años, Silvia no puede mentirse a sí misma. Sabe que     su    relación acabará muriéndose entre distancias, conveniencias y hasta evidencias que pasarán factura. Que todo se terminará, y que su rostro recuperará la sombra ya casi olvidada de la tristeza y de la desilusión.
Pero, éso, será dentro del tren del futuro. Porque ahora solo respira junto a su Rober   el  presente de indicativo. Y Silvia es enormemente feliz, y disfruta de cada momento y de cada contacto con su amor.
Y vibra, y paladea, y se toca su felicidad, y se siente una nueva reina con su hombre actual. Y decide que no se piensa sino que se hace. Y que no se planifica, sino que se transita por la calle del hoy, y que los buenos momentos se aprovechan y ya está. Sí. Solo dos seres existen en este mundo. Élla, y su Rober. El amor mutuo y grato.
-BASADO EN HECHOS REALES -

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