Lluvia sobre mi Valencia. Lo siento. Me gusta. Sí. Mi lluvia. Mi lluvia de vida que saca del tedio una sequía aparentemente imposible.
Aguas mil en el abril de mi sana Valencia. Llueve de forma absolutamente feliz y democrática sobre las cabezas de todos los ricos y los pobres. Veo que llueve, y se mueve dentro de mí la sensación personal de cambio y crecimiento. Crezco, luego llueve.
Lluvia. Lluvia necesaria para un campo sediento, y no para una vacación exótica y hasta pintoresca. Llueve porque tiene que llover y se acabó. Llueve porque la naturaleza salvaje, hace lo que le da la gana, cuando le da la gana y como le da la gana.
La lluvia cae con conviccción y fuerza sobre los tejados, limpia el polvo perezoso y de lapa que se mimetiza en una hez, y pone al descubierto toda la verdad. Como la humedad de un llanto de alegría o de summa decepción. Dualidades.
¡Oh, lluvia! Me gusta que llueva, que lo dije antes. Me da la manía por ahí. Me place y complace ver la verdad descarnada y real, entre una población poco dada a la aparición del elemento que nos da agua para beber y lavarnos. Hoy en día, que llueva es un lujo. Los no hipócritas, lo saben ...
Tenía ganas de gastar el paraguas y de ver a las chicas refugiándose nerviosas, bellas y pizpiretas, en el interior de sus portales. Y luego, las imagino cambiándose femeninamente sus ropas mojadas, con el encanto femenino y con toda su eterna belleza sin igual.
Piel desnuda. El frescor. La verdad sobre el pelo. Lluvia que nunca desanima a los enamorados, y que por todo lo contrario les confiere creatividad y potencia a su amor necesario y deseoso.
Lluvia sobre mi balcón. Sobre mis plantas. Sobre todas las plantas resecadas por el cambio climático, y que esbozan una sonrisa al cielo. Las plantas tienen sed. La Tierra tiene sed. La vida, necesita la arteria llena de un manantial exhuberante que regala la gran nube amiga.
Coches al canto, refugio de acomodados, fastidio de vacaciones, nervios irritados que se aferran a su contradición, la ciudad vacía en el exterior, las goteras que amenazan a las casas pobres y a las que los especuladores han puesto un Damocles en su intemperie de cuidados.
Mendigos sorprendidos y preocupados, ¡Lluvia! Lluvia que cala, que moja, que hurga y se mete por la ropa y te la pone perdida, lluvia que nunca es a gusto de todos y que lleva la polémica al interior de un debate emocional.
Lluvia que baila, gota traicionera en la pluma de la paloma rendida, planta enamorada que es acariciada por el agua incesante, tus ojos que se quejan de rímmel, la libertad de Arquímedes, primavera que prepara las últimas superproducciones y cosechas de color, flores que aguardan su estallido, citas furtivas, seres osados en busca de un colmado amor, y la idea general de la vida que desborda perspectiva y horizonte. ¡Oh, Abril!
-LLUVIA EN LA MAGIA-
0 comentarios:
Publicar un comentario