martes, 8 de marzo de 2011

- MI CASA SUCIA -

Éso es. Mi casa. Básico. Fundamental. Estaba yo enfrascado en uno de mis escritos, cuando, de repente, he podido levantar mi cabeza y mi vista, y mirar concentrado y consciente.
Me había confiado excesivamente. Demasiados días sin limpiarla. En efecto, mi casa se estaba transformando, quasi imperceptiblemente, en un lugar que no era el mío. Que no era yo.
Se respiraba aire constreñido por el polvo, y yo notaba que mi casa me pedía ayuda, y que tenía la obligación de mandar a la segunda división de la prioridad al escrito, y centrarme en mi absoluta responsabilidad. Porque mi casa empezaba a no parecerse a mí, y eso no puede ser nunca correcto ni acertado.
Sin pensar, y con manos a la obra. Sí. Pensado y hecho. Me he arremangado, me he puesto los guantes protectores, he cogido la lejía, el detergente, y el mocho con el cubo o balde, y me he dispuesto a apartar la suciedad de mi casa del alma. De mi habitáculo del corazón.
Allá que he ido con el mocho apretando sobre el suelo, y dándole color a mis movimientos, y aroma a limpieza y a libertad renovada a todas mis estancias , tanto interiores como exteriores.
Ventanas abiertas al viento sano.
Bien es cierto que había resistencias en el imperio de esa dejadez que pare la suciedad. Pero mi convencimiento estaba y era acompañado, por mi fortaleza y tesón. Hasta que, poco a poco, las baldosas volvían a recuperar el color del brillo y de la decencia. Y el polvo dejaba de acaparar la superficie de las cosas, y el olor del ambientador asfixiaba a los hipotéticos gérmenes residuales.
Sí. Limpiar la suciedad. Limpiarse. Lavarse. Limpiar la casa de uno. Tomar la responsabilidad, y decidir el renovado y el éxito de la acción sanitaria sobre la indolencia absurda y negativa.
A pesar del fresco del invierno, mi cuerpo sudaba al terminar la árdua tarea. Pero eso era lo menos importante. Lo mejor; la mejor noticia, era que había renacido en mí la satisfacción del deber cumplido y de la cosa correcta y bien hecha.
Ahora, ya puedo volver a mirar a mi alrededor. La metáfora realista de la limpieza, ha dejado paso franco a mi profilaxis personal. Ahora ya me quiero más. Mi casa ya no está sucia. Noto nuevos bríos en mí. Yo soy mi casa, y mi casa soy yo. Estamos de nuevo en el medio de esa empatía necesaria.
Y ahora ya puedo coger una hoja de papel, y escribir en apertura y en nueva libertad, todos mis sueños. Hay oxígeno renovado en mi ex casa sucia. Todo brilla de nuevo desde el sosiego, y hasta parece que el bolígrafo adquiere más velocidad y acierto. Escribo más feliz. Lo sucio y perezoso, ha sido substituído por una nueva magia higiénica y necesaria.
-PARA TOD@S-

2 comentarios:

Me alegra que te sientas bien con la higiene que has realizado. Besos.

Obexa

Mil besos, amiga Obexa!

Gracias por tus palabras!

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