sábado, 12 de marzo de 2011

- EL DESCOMUNAL TERREMOTO -

Cuando veo impresionado, cómo un colosal terremoto seguido de un maremoto ha segado la vida de centenares de japoneses, lo primero que le viene a uno a la cabeza es que aquí en la Tierra el hombre no manda. No puede hacerlo.
No. La Tierra, va a su rollo. Tiene sus propias leyes, y ahí no puedes hacer nada, que no sea tener suerte y no sucumbir. Quien manda aquí, es la Naturaleza y sus acciones, meteoros y movimientos.
No se puede hacer nada frente a la Naturaleza adversa, que no sea tratar de sobrevivir como uno pueda. ¡Sálvese quien pueda! Triste, pero real.
Esa es la primera conclusión. Aquí, en el planeta, el hombre es una cosa frágil y vulnerable. Nuestra realidad, es y debe ser nuestra humildad. Todo es azaroso. Un día, de repente, sales volando por los aires y te vas al carajo sin saber muy bien el porqué, y en otro momento y otro instante va y te encuentras rodeando con tus brazos a una enamorada y maravillosa mujer. Insisto en la idea de la vida como azar.
En segundo lugar, veo cómo el hombre no mide bien sus actos, y utiliza energías peligrosas, como son las nucleares. Cuando la Naturaleza golpea, la central nuclear se rompe, y el residuo nos mata todavía más. El residuo nuclear se constituye pues en una humana temeridad, que se suma al efecto devastador natural del choque tectónico o de las olas imparables y enormes que todo lo comen y destruyen.
Mi conclusión no puede ser otra. Estamos vivos ahora. Disfrutamos de la vida. Y por lo tanto, tenemos suerte. Me explico. Veréis.
Lo que quiero deciros, es que éstas catástrofes naturales deben servirnos para valorar mejor lo que tenemos, y felicitarnos por estar vivos, y hacer un mejor uso de nuestro placer y de nuestra libertad. Siento que debo disfrutar más, ahora que las condiciones son favorables. Darwin ha vuelto a aflorar en Japón, así como el origen de las religiones, las cuales,-frente a la terrible idea de la muerte-, surgen a la busca e invento de un gran Salvador que nos proteja de nuestra real vulnerabilidad. El imperio de las emociones, se dispara en medio de las situaciones extremas y de supervivencia.
Y, finalmente, dar a todas y a todos los amigos del Japón que han perdido a sus seres queridos, toda mi solidaridad y respeto ante su dolor. Somos todos seres humanos, es nuestra obligación el ayudarnos, y quien esté libre de catástrofes que lance la primera piedra.
¡Ánimos, abrazos y besos, a todos los habitantes del Japón y desde Valencia (España)!
- KISU= ¡BESO! -

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