lunes, 27 de mayo de 2013

- RÓMULO ANDRÁS -



Jubilado y viudo. Carece de amigos. Dicen que está más loco que una cabra. Pero lo que le dicen los otros, le importa tres pimientos a Rómulo András.
En lo que anda ahora Rómulo concentrado, es en dar espacio suficiente al pasillo de su casa para poder acceder al comedor y a las otras habitaciones interiores. Con el pie le da a todos los trastos que va almacenando, y con el miedo a no tener nada va subiendo paulatinamente cosas a su casa.
Tiene su viejo piso lleno de enseres inservibles, los cuales cumplen un efecto relleno que parece consolar a Rómulo. No ve peligro. En su barriada degradada vive muy poca gente. Así es facil pasar desapercibido. En su Comunidad de vecinos solo viven unos toxicómanos, que renegocian el precio de las habitaciones de alquiler. Él pasa de éllos, y éllos de él ...
El viejo Rómulo András solo tiene una pequeña radio, que solo va cuando entre la basura encuentra unas pilas con la suficiente energía para que se oigan a los locutores y a los músicos en el dial hertziano.
Es un hombre que vive un mundo diferente. Si un día no puede comer porque se ha gastado la pensión en putas, pues entonces no come y hurga en el contenedor. Siempre hay algo.
La familia de Rómulo András parece estar en paradero desconocido, Pasan de él, y esto alegra al viejo. Hace mucho tiempo que le molesta la gente, y mucho más su familia. Si por él fuera, se borraría de dicho libro familiar. Para Rómulo András, sus familiares son una maldita y penosa carga enemiga, incapaz de soportar y evocar sin sentir el mayor asco y desprecio. En el fondo, siente que le han dejado dentro de un naufragio    y    totalmente  abandonado a su suerte que es el morir. Pero nunca lo afirmará. Lo que le gusta a Rómulo es el silencio y no comunicar sus sentimientos auténticos a nadie. Porque no puede, y también porque no quiere ...
¿Ratas en su casa? La higiene ha tiempo que dejó de ser prioritaria para el viejo András. Ni siquiera se ducha. A veces y para disimular, abre el grifo y deja que caiga un rato el agua. Luego se echa desodorante, y cuando llega el verano se va a la playa y se introduce en el mar. Cada vez, menos ...
A Rómulo András solo parece interesarle su heterodoxia o inadecuación a su realidad. Se ha vuelto un redomado pasota. Hace mucho tiempo que no ve la televisión, ni le interesan las noticias de la actualidad. Y hasta ignora al fútbol, el cual siempre fue su distractivo mejor.
Sí. Dando patadas a unas cajas de cartón anda ahora Rómulo. Pero cada vez nota más que la adversidad le domina y condiciona. Solo siente preocupación por pagarle al Ayuntamiento el impuesto de su vivienda para que así no lo echen a la calle. Piensa Rómulo, que la calle es para los más jóvenes y que si pasara a ser un sin techo, no duraría con vida más de dos semanas.
Además, Rómulo no solo está enfermo emocionalmente. También le falla el físico. Los años y la mala vida no pasan en balde. Pero un día sí fue a la farmacia tras visitar de mala gana a su médico, y al ver que le cobraran, montó en cólera, pagó, y se dijo a sí mismo que se acababa su gasto en medicamentos. Que, robaran a otro ...
Rómulo piensa que si tuviese fuerza, habría sitio para acceder al comedor sin problemas. Dos patadas y tres manotazos, y todo ordenado. Pero como eso solo es ya una fantasía, el derrotado pensionista solo hace que evocar inútilmente aquella nostalgia. Pero de ahí no se puede pasar ...
Y lo malo es que no piensa tras tirar a la calle. Lo que hará es trasladar la cama y la mesa a una pequeña habitación que da más a la puerta de entrada. De esta manera, podrá evitarse ese pasillo que se angosta y le fatiga. La cuestión es que aún pueda caber en esa casa destartalada, y que siempre hayan cosas para subirlas y tener la sensación de que su vacío se puede llenar.
-AUNQUE SEA CON TRASTOS-

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