sábado, 11 de mayo de 2013

- OPERACIÓN BIKINAZO -



Pero ésto es intolerable. Yo, ya me veía rarilla en las últimas semanas.    Coincidiendo    precisamente con la llegada del calor. Me miré al espejo y no supe concluír certeramente. Pero la ropa es como si se hubiese vuelto mágicamente incómoda o algo así. Y no habrá encogido por un excesivo pase por la lavadora, que es en lo primero que pensé.
Hasta que finalmente bajé a la farmacia y me pesé. ¡Increíble! ¡Cinco kilos de más! Pero, ¿yo que he hecho si creo que más o menos hago una vida tranquila y no construyo barbaries locas en mis tiempos libres? Sí. Todo lo anterior me importa relativamente.
Lo único que me importó fue que el otro día nos fuimos las amigas y los amigos a la playa de Valencia, y ahí lo comprobé todo. A mi cuerpo le falta rodaje. No voy a decir nunca que estoy gorda, porque es mentira. Pero los bikinis de mis amigas les entraban como siempre muy que demasiado bien. Envidiaza. Normal ...
Para constatarlo todo, me fui al Carrefour a ver la nueva ropa del veranito, y empecé a probarme tallas. Todo comprobado. En efecto, son cinco kilos de más. Es tema lorzas, no soy yo, estoy más grande y con volumen, y por supuesto que no me voy a rendir porque tengo un gran coraje y una gran energía. Faltaría más ...
Me he recogido el pelo con coleta. Quiero comprobar mis pómulos, que dicen mucho. No están delgados sino prominentes. Y me he puesto manos a la obra. Porque hacía mil años que no me apuntaba a un gimnasio, y siglos que no hacía deporte. Quiero y exijo intensidad. Necesito gustarme a mí misma. Recuperarme del rostro y cuerpo diferentes que llevo, para así ofrecerles a todos la mejor sonrisa del universo.
Aparcada la sofisticación. A sudar tocan. Me he comprado una cinta para el pelo, una visera, y he hurgado en el armario para ver si me quedaba algo de ropa deportiva. Y como no había de éso, me he ido a la gran superficie, me he comprado unas duraderas zapatillas, y todo lo que se necesita para volver a ser la normal y a la vez eterna atleta rutilante que siempre voy a ser y porque quiero.
Una vez apuntada al gimnasio, no han sido fáciles los inicios. Caramba con la competencia y sin hablar solo de los chicos, ¿vale? Menudos tipazos tienen mis amigas y las mujeres que siempre van ahí. Y cómo aguantan, y sé que contienen la risa cuando ven que no puedo subir la pesa o que me detengo cuando le doy a la bici estática. Y sobre todo, cuando se acaban las sesiones. Oye, que no puedo más ...
Y es que una es joven aún, pero las hay más jóvenes todavía. Menudas bestias están hechas esas chicas a los que los tíos adoran y que por cierto, ¡vaya muchachos! Tienen una delgadez y unos músculos que enamoran. Y unos ojos, y unos labios, y casi que prefiero ya parar o no lo haré nunca. Es como si estuviera rodeada de decenas de Rafas Nadales. ¡Cuánta verdad y belleza juntas! ¡Wow! ...
Lo mejor del gimnasio es cuando me ducho y se va el sudor y el aroma a mujer agotada. Esa toalla seca acariciando mi piel y mi futuro, no tiene precio.
¡Tres kilos! Ya llevo tres kilos matados. Peso menos. Los bikinis y la ropa en general me llevan al viaje y a mis nuevas metas vitales. Cuando mañana me llame Rosa, le diré un sí como la playa de la La Malvarrosa. ¡Oh, Valencia! Porque ya empiezo a perder el miedo y a estar presentable y como siempre. Ya estoy fresca y guapa otra vez. Fetén. Miradme, chicos. Y si os gusta, volved a hacerlo.
-BESAZOS-

0 comentarios:

Publicar un comentario