domingo, 5 de mayo de 2013

- EXCURSIÓN HACIA LOS SUEÑOS -



Hacía por lo menos veinte años que yo no pisaba un campo de fútbol. Alguien el otro día me dijo que este sábado eso del horario de las cuatro de la tarde no le venía bien, y me dijo que si quería ir con su abono. Le dije que sí. Acepté. Porque me serviría para comparar los tiempos en los que yo no me perdía ni un solo partido en Mestalla y lo que viviría a continuación. Yo no fui al fútbol meramente por ver el partido, sino por repasar antiguos olores y sabores. Ya no soy un acérrimo de ésto.
Lo primero que me encontré al llegar a las calles cercanas al Estadio de Mestalla, es a gente con camisetas de la bandera o senyera valenciana. Muchas camisetas. Y mucha gente joven. La identificación con los colores del equipo se exhibe con orgullo y desinhibición. No van a ver fútbol. Lo que van es a ver si su equipo gana, y así poder disfrutar. Van a ilusionarse.
Emociones en acción. Fue el gran denominador común de lo que vi. La gente necesita la película de fútbol de todos los fines de semana. Se van al fútbol, y entran en ese estadio que es una especie de segunda casa común. Es un lugar de encuentro y una convocatoria de segunda posibilidad y sueños. Una gran pasión. Cuando vas al fútbol y al campo de juego, aparcas la racionalidad y prefieres pensar en sueños y en retos inventados. En esa creación conjunta, que es tu club de fútbol.
Y además creo que el fútbol no está en la tele ni en los Carruseles de la radio. No. El fútbol se tiene y se vive sentándose en las sillas de los grandes y medianos Estadios. Y, de todos los tamaños ...
Y en medio de la pasión futbolística de una preciosa tarde de mayo soleado, no cabe el silencio. En todo caso, el pasotismo y que te den el pie para la emoción. Pero, ni éso. Porque en uno de los fondos, hay algunos centenares de jóvenes que crean un fútbol de ambiente libertino y de discoteca. Se pasan los noventa minutos sin parar, con cánticos y gritos. Un no parar. Destacan. Vibran y hacen vibrar.
Una vez me siento en la silla, casi al nivel del césped, puedo ver a veintidós muchachos con poca calidad, pero con hechuras de atletas que se dejan todo el sudor y la pelea en el campo. Desde abajo no se puede ver fútbol de perspectiva, pero lo aprecias todo muy de cerca. Casi, demasiado.
Ves cómo los gladiadores del balón tensan y crispan sus semblantes, y cómo se notan los entrenamientos y el imperio de la juventud.
Ha sido interesante ver al entrenador del Osasuna, Mendilíbar, enchaquetado e impoluto, y siempre de pie y corrigiendo movimientos. Quería decirles a los suyos que nada de bromas, porque él lo estaba viendo y viviendo todo.
El entrenador del Valencia, el vasco Valverde, apenas sacó su traje elegante. Su Valencia ganó 4-0 sin apenas oposición. Son superiores, y todo fue una batalla   de   deportividad desequilibrada.
Vi mujeres que se incorporan al fútbol machista de los hombres. Son sus novias, mujeres, y chicas que tienen una forma novedosa y audaz para que no se les escapen los maridos algunas horas vespertinas del finde. Pero la atmósfera sigue siendo machista. Las cosas de los espectadores no ofrecen sorpresa. Hablan de fútbol, saben de fútbol,   dicen    saber  muchísimo de fútbol, y oye, que el fútbol es su cosa y ya está ...
Me llamó la atención la presencia de una seguidora del Atlético Osasuna, que se enfadaba mucho con algunos de los suyos, y que les defendía del árbitro en voz alta ante masculinas miradas burlonas. Es entrañable que señoras maduritas también opten por el protagonismo copado por los machitos. Eso enriquece el sueño y el espectro.
La gente se pone muy contenta cuando su equipo gana y además mete muchos goles. Es una alegría, sentida interior e intensamente. Realmente, se van a casa distintos y contentos. Y se acuerdan menos del árbitro y de los insultos. Cuando su equipo gana, algo en ellos se vuelve triunfadora euforia.
He podido vivir el fútbol desnudo y real. Nada de sofisticaciones ni efectos especiales. El fútbol se vive en Mestalla como siempre se ha vivido. Como una excelente convocatoria para pasar un rato divertido, aficionado y social.
-ES UN MUNDILLO CON FUERZA-

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